Según estimaciones mundiales, entre el 10 y 15% de la población puede presentar uno de los trastornos del aprendizaje más frecuentes. Además, es la principal causa de fracaso académico, por lo que es vital reconocer las señales mínimas que cada niño presenta.

La dislexia es una discapacidad del aprendizaje: una afección que impide que un niño o niña pueda leer y escribir a un nivel esperado para su edad a pesar de tener una inteligencia, visión y audición normal. La dislexia es la principal causa de fracaso académico y entre el 10 y el 15% de las personas la padecen.

Existe un factor genético, ya que en el caso de que uno de los progenitores sea disléxico, se multiplican por ocho las posibilidades de tener una hija o hijo disléxico respecto a la población general.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la dislexia como un trastorno específico de la lectura, cuyo rasgo principal es una dificultad especifica y significativa en el desarrollo de las habilidades para la lectura que no puede explicarse únicamente por la edad mental, problemas de precisión visual, entre otras.

Según el médico oftalmólogo e historiador Omar López Mato, director del Instituto de la Visión, la dislexia es causada por un déficit en las vías neuronales que transmiten señales hacia y desde el cerebro, las requeridas para interpretar la correlación de las letras en una palabra con los sonidos de la palabra hablada (conciencia fónica). Ante esta situación, en muchos casos los padres, ante el fracaso escolar de sus hijos, tienden a pensar que estas dificultades se deben a la “vagancia” o falta de atención en clase. De allí la frustración tanto del niño –que no puede superar su problema– como de los padres.

Conocer cuál es la alteración concreta que causa la dislexia es más difícil. Los enfoques cambiaron en los últimos 30 años y actualmente los estudios se centran en la relación existente entre el lenguaje hablado y el escrito, intentando comprender la naturaleza y la calidad del análisis fonema-grafema, es decir, la relación pronunciación-escritura y la automatización durante la lectura. Si bien hay distintos tipos de dislexia, de acuerdo a las alteraciones presentadas, se atribuye al fallo fonológico la base patogenética de las dislexias, aseguró el experto.

Antes de la edad escolar, el médico dijo que pueden exhibir signos de retraso en el habla y dificultad para aprender rimas: “En el colegio hay que estar atento a signos y sospechar cuando lean en forma lenta y vacilante con pobre comprensión de los textos y dificultad para copiar del pizarrón. Son frecuentes en estos niños los errores ortográficos. Para compensar su defecto tienen a recordar la secuencia de letras en una palabra. También suelen presentar problemas con el aprendizaje de lenguas extranjeras y las matemáticas. Los niños con dislexia tienen una mayor probabilidad de tener un Trastorno por Déficit de Atención con hiperactividad”.

En el caso de que una niña o niño por debajo del nivel esperado para la lectura tenga síntomas de dislexia, se debe consultar con un médico, ya que hoy existe el test para confirmar el posible diagnóstico y empezar el tratamiento.

“Primero es esencial descartar que el niño presente problemas visuales o auditivos serios. Actualmente se realiza un examen de seguimiento ocular con un dispositivo llamado Eye Tracker, el cual detecta el patrón de lectura del joven. Generalmente, las personas con dislexia retoman la lectura o sus ojos vuelven a releer letras ya vistas. También existe una relación entre el esfuerzo mental necesario para el procesamiento lingüístico y la duración y el numero de fijaciones de los ojos. El test detecta los movimientos de los ojos durante la lectura y el tiempo de fijación sobre las palabras, gravando todo el proceso y ofreciendo gran cantidad de datos sobre la precisión en la fijación, tiempo de fijación, tiempo de cada sacada y espacio recorrido, parpadeo, entre otras”, enfatizó el profesional de la salud.

“Con paciencia, comprensión y ayuda apropiada, los jóvenes con dislexia puede desarrollar estrategias para superar esta discapacidad, obtener buenos resultados académicos, mejorar su rendimiento y llegar a destacarse como lo hicieron Thomas Edison, Leonardo Da Vinci, Walt Disney, o John Lennon, algunos de los disléxicos famosos que vieron el mundo distinto que sus congénes y les permitió marcar un lugar en la historia”, concluyó López Mato.