Todos los presos kirchneristas ansían la libertad, salvo uno. Esta semana ese preso vinculado a la familia Kirchner frenó a sus abogados defensores cuando estaban a punto de pedir su excarcelación, luego de un guiño judicial que podía abrirle las puertas de su celda. Se trata de Víctor Manzanares, el ex contador de los Kirchner, que esta semana instó a sus abogados a no presentar ningún pedido que permitiera liberarlo. “Tengo que seguir preso… Si soy culpable”, lo escucharon decir en las últimas horas, según pudo saber Infobae.

Su situación parece ser una antítesis de otros detenidos kirchneristas. El ex secretario Ricardo Jaime fue el primero en caer preso en abril de 2016 y ya tiene varias condenas. Le siguió el empresario Lázaro Báez, al que le rechazaron la libertad pese a que ya pasó tres años detenido sin sentencia. Julio De Vido, el ex ministro de Planificación, viene denunciando ser un preso político al que le florecen los procesamientos. El ex vicepresidente Amado Boudou, condenado por Ciccone, entró y salió de la cárcel varias veces y en las últimas horas recibió un rosario del Papa.

Manzanares, sin embargo, tiene otros deseos. Vive otra realidad. Ya no está detrás de las rejas de la cárcel de Marcos Paz, a donde llegó en julio de 2017. Desde febrero, se encuentra bajo el programa de Protección de Imputados-Colaboradores del Ministerio de Justicia, luego de convertirse en “arrepentido” en una de las derivaciones de la causa de los cuadernos: la que investiga las millonarias sumas que movió Daniel Muñoz, ex secretario privado de Néstor Kirchner, en el país y en el exterior, a través de inversiones, compras de empresas y la adquisición de propiedades -incluidos dos departamentos en el hotel. La punta de ese iceberg quedó al descubierto con el escándalo de los Panamá Papers, pero fue la causa de los cuadernos de la corrupción, narrados por el chofer Oscar Centeno, lo que activó a Manzanares decidiera romper el silencio y confesarse.

Confesarse parece la palabra adecuada para una declaración que vivió como un acto de contrición cristiana. Allí pidió perdón. Primero, a los amigos de su padre, todos fallecidos. Después, a toda su familia, a su mujer y a sus hijos. “Y al pueblo de Río Gallegos, para quien pude haber lucido como una estrella, pero les fallé al decidir ingresar en las tierras de la oscuridad”, dijo.

Aislado y bajo extrema vigilancia, la Cámara Federal dio esta semana una señal que lo habilitaría a pedir su libertad. Los jueces Leopoldo Bruglia y Pablo Bertuzzi, de la Sala I de ese tribunal, confirmaron los procesamientos para la viuda de Muñoz, la mayoría de sus testaferros, el ex ministro de Hacienda de Santa Cruz Juan Manuel Campillo y el propio Manzanares. Pero, a diferencia de otros “arrepentidos”, el contador permanece arrestado. Es que, además de esta causa, también está preso por la causa Los Sauces, que no tiene una fecha de juicio cierta y en la que también estarán en el banquillo Cristina Kirchner y sus hijos Máximo y Florencia.

“Manzanares constituyó una figura emblemática en el manejo de los negocios de Muñoz”, sostuvo el fallo. Pero a la hora de analizar su prisión preventiva, el tribunal señaló que el contador “se ha acogido al Régimen de la Ley 27.304, aportando información que fue considerada de interés para esta pesquisa” y por ello “en consecuencia, más allá de que en la presente se homologará esta medida, entendemos conveniente que el a quo (Bonadio) revalúe próximamente su continuidad o cese, ponderando la incidencia de los aportes del encartado como imputado colaborador y los riesgos que pudieran subsistir respecto de aquellos activos que permanecieran ocultos”.

Con esta frase, los defensores de Manzanares –Alejandro Baldini, Roberto Herrera y Mariano Di Giussepe- prepararon un escrito para pedirle al juez Claudio Bonadio considerar su libertad. Pero fue el propio Manzanares el que los detuvo. “No hagan eso. Soy culpable, tengo que seguir preso por lo que hice”, les dijo.

Según pudo saber Infobae, las condiciones de detención de Manzanares son tan restrictivas que la mayoría del tiempo el contador está solo y su principal vínculo es con sus defensores con los que pasa horas. Ni siquiera puede salir a caminar dentro de un espacio reducido, como hacen los presos en la cárcel.

Recién en los últimos días consiguió que le dejaran tener una radio. Tuvo que acostumbrarse a las diferencias del penal, donde convivía con otros detenidos –incluidos los presos K-. Es más, dicen que extraña la comida casera que muchas veces le compartían los familiares del ex ministro De Vido cuando estaba en prisión y a los que le sigue agradeciendo ese gesto.

Manzanares fue el histórico contador de la familia Kirchner. Siempre vivió en Santa Cruz. Su padre, también contador, le enseñó su trabajo. Desde allí heredó el manejo de los números de los ex presidentes. Quedó detenido en julio de 2017, en momentos en que la ex presidente Kirchner analizaba si se candidateaba para senadora. El juez Bonadio ordenó su arresto en la causa Los Sauces, luego de detectar que había ordenado depositar dinero en cuentas que no estaban reportadas al juzgado y así generó sospechas sobre su intento de manipular el dinero fuera de los embargos.

Hasta el día de hoy sostiene que fue una torpeza. “Hoy soy consciente de que obstruí a la justicia, pero no fue en forma deliberada. No sabía de la intervención del condominio y si (el abogado Carlos) Beraldi me lo hubiera dicho, en ese trajín que tenía por las tareas que me encomendaba Cristina Fernández, no me acordaría”, dijo en su ultima declaración.

Desde el año pasado se venía especulando con que el contador, conocedor de los secretos financieros de los Kirchner, podía arrepentirse. Esa posibilidad parecía imposible mientras estuvo defendido por el abogado Carlos Beraldi, el mismo defensor de la familia Kirchner, y quedó un poco más cerca cuando lo representó el defensor oficial Juan Manuel Vicco.

“Me queda claro que estoy preso porque soy el famoso cuatro de copas, como se dice en la jerga popular, al que es más fácil pegarle. O si fueran los dichos de mi abuela: ‘El hijo de la pavota'”, le había dicho al juez Julián Ercolini en marzo de 2018.

Sin embargo, el contador recién activó esa posibilidad cuando nombró como defensores a Baldini, un ex juez amigo de la adolescencia en Santa Cruz, y a Herrera. En noviembre comenzaron las primeras reuniones con el fiscal Carlos Stornelli, pero no se llegó a ningún acuerdo. A su colega, Carlos Rivolo, no le cerraba su aporte.

Recién el 7 de febrero, Manzanares concretó la declaración que lo convertiría en imputado-colaborador. Fue el mismo día en que se conocían que la viuda de Daniel Muñoz había vinculado al juez Luis Rodríguez con una supuesta coima de 10 millones de dólares dada por su marido para garantizarse impunidad, y en simultáneo a que la diputada Lilita Carrió alertaba por Twitter que el juez Alejo Ramos Padilla, “que responde a la Cámpora”  estaba preparando una “operación para ensuciar a Stornelli”.

Según pudo saber Infobae, en su entorno aseguran que sigue recordando cosas y todavía tiene cosas para decir.  No solo habla con la Justicia. Hace unos días concretó una entrevista con el periodista Luis Majul que se verá esta noche en el canal América.

Desde el 12 de febrero pasado, Manzanares fue trasladado a otro lugar de detención que no es la cárcel. Está a disposición del juez Bonadio y del Tribunal Oral Federal 5, encargado de la causa por el caso Los Sauces.

El único que se encuentra en una situación similar a la de Manzanares es José López, el ex secretario de Obras Publicas kirchneristas que está preso por haber llevado bolsos a un convento. Enjuiciado por enriquecimiento ilícito en un juicio que está proximo a terminar,  también está preso por la causa de los cuadernos. En ese expediente también se “arrepintió” y pidió pasar al programa de protección del Ministerio de Justicia. En esa causa esta acusado de ser uno de los organizadores de la banda que funcionó detrás de los negocios del Ministerio de Planificación.