Luego de una tregua declarada en la última reunión del G20 en diciembre en Buenos Aires, Argentina, que dio lugar a una serie de negociaciones entre Estados Unidos un China con el fin de evitar una “guerra comercial” que se mantuvo como una sombra durante todo el 2018, las dos primeras economías del mundo parecen haber vuelto a entrar en conflicto y esta vez, como si se desataran tensiones aplacadas, el prospecto se muestra aún peor.

Este lunes Beijing anunció aranceles por unos 60.000 millones de dólares en bienes de origen estadounidense. Son en total 5.140 productos que desde el 1 de junio estarán gravados con tarifas de entre el 5% y el 25%, y la medida fue anunciada como respuesta a la decisión de Washington de subir aranceles en 200.000 millones en productos chinos.

Los números son exorbitantes, propios de las dos economías más grandes del planeta, y el resto del mundo comienza a prepararse para una posible desaceleración del crecimiento global provocado por el conflicto y la conolidación de una era de inestabilidad donde el dólar y los bonos del Tesoro de Estados Unidos reinen, situación que ya está generando turbulencias en las economías emergentes.

Estados Unidos exportó en 2018 bienes por unos 120.000 millones de dólares a China, importando en tanto unos 540.000 millones de dólares en productos del gigante asiático, según datos del United States Census Bureau (Oficina del Censo de Estados Unidos). Este déficit de 420.000 millones de dólares es el invocado constantemente por el presidente estadounidense Donald Trump como motivo de los recientes desencuentros.

Trump parece estar buscando negociar un acuerdo comercial con China similar al ya cerrado con Canadá y México, aunque su país sigue al momento lejos de lograrlo y la “guerra tarifaria” está a la orden del día.

Pero lo cierto es que este conflicto, este ojo por ojo arancelario con el que Washington espera revertir una situación que, desde su perspectiva, parece injusta, también ha generado una serie de amenazas para la economía estadounidense.

Las exportaciones por 120.000 milllones de dólares dan trabajo a poco más de 1.100.000 personas en el país, de acuerdo al informe de 2019 del US-China Business Council (UCBC, Consejo de Negocios Estados Unidos-China), una organización formada en 1973 por 200 empresas estadounidenses con intereses en China.

La fecha es importante: se trata de un año después de la visita de Richard Nixon a China, la primera de un presidente estadounidense a la República Popular surgida en 1949 y que marcó el inicio de una era de cercanía en las relaciones comerciales, culturales y políticas que fue el eje silencioso, en oposición a la Unión Soviética, del sistema internacional de las últimas décadas.

Hoy este esquema parece en crisis, en especial desde el giro en la política exterior de Estados Unidos hacia Asia lanzado por el ex presidente Barack Obama y la salida asertiva de China a expandir su influencia económica, pero también cultural y militar, en los últimos años y en todo el mundo.

Entre los 50 estados del país, California es donde se concentra el mayor número de empleos amenazados por la guerra comercial: 152.830. Pero hay también mucha gente trabajando en el sector exportador vinculado a China en Texas (92.310), Washington (76.460), Nueva York (64.760) e Illinois (57.570), por citar sólo los cinco primeros.

¿Cuáles son las industrias que más exportan a China precisamente en estos cinco estados? En el caso de California se trata de fabricantes de maquinaria industrial, vehículos, instrumentos de medición y navegación, y semiconductores y componentes.

En Texas, en cambio, el mayor rubro exportador es el de petróleo y gas, seguido por químicos y fibras sintéticas. En Washington, sede histórica de la empresa aeroespacial Boeing, las aeronaves y sus partes son el principal producto exportado a China (y, en valores totales, una de las principales categorías de productos exportadas por el país), seguido por instrumentales y también productos madereros.

Nueva York exporta a China principalmente productos metalúrgicos, motores y turbinas, mientras que en Illinois, centro del cinturón maicero estadounidense, dominan los granos y aceites vegetales, seguidos también de partes para vehículos e instrumentos de medición.

Entre estos, Washington e Illinois han estado entre los más afectados hasta el momento por la guerra comercial con China, que golpeó con gran fuerza tanto a los productos aeronáuticos como los agrícolas. Las exportaciones de Washington cayeron en 2018 en 1.714 millones de dólares, y las de Illinois en 1.849 millones.

California, Texas y Washington aumentaron sus exportaciones en 57, 298 y 232 millones de dólares, respectivamente y en el mismo año, aunque a un ritmo mucho menor al experimentado hasta el inicio del conflicto.

En total, 34 estados de Estados Unidos reportaron haber exportado menos en 2018 en relación con el año anterior, de acuerdo al informe del UCBC. Y cuatro denunciaron un crecimiento de sus exportaciones menores al 10%.

El déficit comercial con China ha sido una de las preocupaciones más grandes de la administración Trump, tanto durante la campaña que llevó al republicano al poder en 2016 como en sus primeros años de gobierno. También lo ha sido la generación de empleo, en particular en sectores industriales que, de acuerdo a la Casa Blanca, han perdido fuerza por culpa de las importaciones chinas.

Una “guerra comercial” desatada y sin tregua, sin embargo, parece poner en conflicto a ambas preocupaciones entre sí. 

Este es el informe 2019 del US-China Business Council (UCBC):