El humorista se mostró molesto por la movilización del 12-O y advirtió sobre la reacción de la militancia: “Nos tienen amordazados en casa, pero es una olla a presión y ya sabemos cómo termina esto”. 

La marcha del 12-O contra el gobierno nacional reavivó la grieta y generó una repudiable reflexión de Dady Brieva, uno de los artista más identificados con el kirchnerismo, quien ayer por la tarde apuntó sin contemplaciones contra la gente que en ese mismo momento salía a manifestarse en la zona del Obelisco porteño.

“Unas ganas de agarrar un camión y jugar al bowling por la 9 de julio… no te das una idea”, dijo minutos antes de las 17 horas, en el inicio de su programa “Volver Mejores” que se emite por El Destape Radio. “Hay una Argentina que debería estar unida, pero no lo está y no es por culpa nuestra”, apuntó.

Mientras hacía el pase con el conductor del ciclo que lo antecede, el humorista hizo un análisis crudo de la división social que observa en el país y pidió “legalizar y darle una amnistía a este estado de ánimo que es de una guerra”.

En ese contexto, Brieva ensayó una especia de autocrítica que en realidad sirvió como introducción de otro mensaje muy fuerte: “Me parece que nosotros fallamos cuando estamos apuntando y enfrente vemos a un tipo que podría tener una madre y (pensás) que la vas a dejar sin hijo porque el domingo es el día de la madre, y ahí nos pone un tiro en la cabeza”.

“Me parece que fallamos en eso porque somos escrupulosos y porque tenemos una discapacidad para hacer el mal -analizó el actor-, porque consideramos que la Patria es el otro y que el que tenemos enfrente también es el otro. Entonces nos pasan cosas como esta”.

Molesto por las imágenes que veía en ese momento, con protestas en distintos puntos del país contra el gobierno nacional, Dady se preguntó al aire: “¿Hasta cuándo vamos a aguantar? ¿Cuál va a ser el límite? Me parece que estamos soportando mucho por esto de querer el bien… Me parece que estamos aguantando mucho la cantidad de cascotazos que diariamente (nos tiran) desde las 7 de la mañana”.

Instantes después pareció empezar a bajar el tono: “Yo aguanto porque si digo algo después se arma quilombo”. Sin embargo, fue solo una sensación, segundos después retomó el discurso beligerante: “Esto cada vez va a ser peor. Se sigue mojando la oreja y no tiene fin… Va a llevar lamentablemente a (tener) otro comportamiento”.

El conductor radial se refería así a la pasividad que tiene la militancia en el marco de la pandemia: “A nosotros nos tienen amordazados y en casa, pero es una olla a presión que puede no terminar bien”.

“Realmente esto tiene un final anunciado y ya sabemos cómo termina la película. Y ustedes también lo saben”, advirtió antes de dar ejemplos de lo que considera provocaciones directa a la militancia del proyecto nacional y popular: “A Cristina le colgaron una bandera que decía ‘Chorra’, y se tiene que ir temprano de la casa en cada movilización para que no vayan a escracharla…”.

“¿Cuando se arme quilombo nos van a echar la culpa a nosotros?”, preguntó para cerrar la charla, que calificó como “una catarsis” que necesitaba realizar en una jornada en la que se levantó “con cierta tristeza, desazón y desgano” por las movilizaciones en rechazo a las políticas del kirchnerismo.