El fraile catamarqueño Fray Mamerto Esquiú, será beatificado este 4 de septiembre.

El arzobispo de Tucumán, Carlos Alberto Sánchez, afirmó que “la grieta que hoy vive el país es parecida a la que vivió el futuro beato, famoso por su defensa de la Carta Magna”.

Fray Mamerto de la Ascensión Esquiú tenía apenas 26 años cuando pronunció su célebre sermón en el que remarcaba la importancia de la Constitución Argentina y llamaba a la unidad nacional.

Se acababa de sancionar la Carta Magna de 1853, en medio de fuertes discusiones y la sociedad había quedado dividida. Por eso sus palabras resonaron tanto ese 9 de julio de 1853 en la catedral de Catamarca que fueron editadas y distribuidas en todas las provincias.

“Era un tiempo de grieta como el que estamos viviendo ahora. Por eso el hecho de que fray Mamerto Esquiú sea beatificado es un signo muy fuerte para creyentes y no creyentes. Es un llamado a la unidad de los argentinos”, interpreta monseñor Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán.

“Fray Mamerto era un hombre que se indignaba y le dolía el corazón al ver la falta de unidad en la Patria por las guerras fratricidas, por el enfrentamiento permanente. Se preguntaba cómo es posible que los argentinos, siendo de esta tierra, no podamos dialogar y crecer juntos. Es lo mismo que ocurre ahora, con esta grieta que está haciendo añicos nuestra Patria. Me refiero a la enfermedad, a las muertes, a la falta de respeto a la dignidad y la vida de las personas, a la falta de dedicación a los más necesitados …”, reflexiona el sacerdote.

Carlos Alberto Sánchez, arzobispo de Tucumán.

Para monseñor Sánchez, el sermón a favor de la unidad pronunciado por el fraile franciscano fue en ese momento “un bombazo en un escenario de luchas de ideologías. Él decía que es importantísimo que tengamos una Constitución, una ley, que nos oriente y nos guíe. No podemos hacer cada uno lo que quiera. Tenemos que ser una sociedad organizada y para crecer como Patria debemos sujetarnos a las leyes. Por eso es necesario fijar leyes que sean justas, que nos promuevan y no que nos destruyan”, insiste.

En aquella memorable homilía, fray Mamerto incitaba a los fieles a apoyar la Constitución que acabaría con las luchas fratricidas en el país. Decía: “La vida y conservación del pueblo argentino depende de que su Constitución sea fija; que no ceda al empuje de los hombres, que sea un ancla pesadísima”. Afirmaba: “Obedeced, señores, sin sumisión no hay ley; sin leyes no hay patria, no hay verdadera libertad; existen solo pasiones, desorden, anarquía, disolución, guerra y males de que Dios libre eternamente a la República Argentina”. También sentenció: “Los hombres se dignifican postrándose ante la ley, porque así se libran de arrodillarse ante los tiranos”. En honor a esa vocación de unidad, el lema de la celebración de la beatificación será “Fray Mamerto Esquiú: Pastor y peregrino, testimonio de unidad”.

“Tremenda actualidad”

Monseñor Sánchez observa que el mensaje de Esquiú tiene “una tremenda actualidad”. Es más, piensa que “Dios tiene sus designios porque para este momento de la historia argentina que sea beatificado este hombre a casi 100 años de haberse iniciado el pedido es un llamado a la unidad, a dejar todo los que nos divide como patria porque necesitamos unirnos para crecer en fraternidad, tratarnos como hermanos. No puede ser que en el país haya tantos excluidos, tantos sobrantes en nuestra patria, tantos tachados y marginados. No podemos estar tan agrietados, necesitamos crecer en unidad, en el cuidado de la tierra y de los más pobres y necesitados”, dice monseñor Carlos.

Tucumán tiene mucha cercanía histórica con el futuro beato. Fray Mamerto Esquiú ofició la misa de inauguración del templo Catedral, un caloroso 20 de febrero de 1856. Por aquellos años participaba de las fervientes discusiones sobre la constitución provincial sancionada en 1855 y publicaba artículos en los principales diarios. Siempre antes de ser consagrado obispo de Córdoba, en 1880, había incursionado en el campo político. Llegó a ser diputado de la primera legislatura de Catamarca, y se ocupó de la educación, de regular el nombramiento de jueces, de la defensa de la libertad de prensa y se ganó la antipatía de muchos cuando propuso que el cargo de diputado debía ser gratuito.

Fuente / La Gaceta