El Gobierno tomó finalmente la decisión de hacerse cargo de la deuda que tienen las empresas distribuidoras de gas con las productoras, generada por la devaluación del peso que duplicó el valor del dólar, moneda en la que se fijan los contratos. Con la certeza de que no iba a avanzar la idea de trasladar la carga a los consumidores, por la avalancha de amparos y el rechazo incluso de legisladores oficialistas, se eligió anular la resolución de la Secretaría de Energía y negociar en forma directa con las empresas petroleras.

Hubo un hecho que llamó la atención: se había calculado una deuda de $10.600 millones entre abril y septiembre pero este miércoles se habló de $20.000 millones pero que la mitad lo asumían las petroleras como “esfuerzo compartido”.

La decisión del Gobierno de estatizar la deuda de las distribuidoras es más una protección a las empresas que un beneficio a los consumidores, quienes finalmente responderán a través de sus impuestos. En ningún momento se objetó la “mala praxis” de las distribuidoras, que pese a tener firmado un contrato en dólares nunca gestionaron un seguro de cambio, práctica habitual en los negocios entre privados.

La devaluación y el plan de ajuste fiscal de shock que se aplicó agravó la situación económica de las familias, especialmente por la inflación que se disparó -hasta un pronóstico cercano a 50% para el año- y la destrucción de empleo por el cierre de fábricas afectadas por la caída del consumo.

Pero además de la situación actual, la crisis deja una pesada carga de deuda. No solo la que se emitirá para las petroleras o la que se toma con el Fondo Monetario Internacional. También por la insistencia en combatir la inflación con política monetaria. El Banco Central está emitiendo Leliq a 7 días con tasas superiores a 70% anual. Y ayer el Ministerio de Economía colocó Letes Capitalizables en Pesos por $26.956 millones a una tasa nominal anual de 59.34% y Letras del Tesoro en Dólares por u$s654 millones a una tasa nominal anual de 6%.

La devaluación por ahora tampoco alcanzó para corregir el déficit de dólares de Argentina y solo los moderó como se desprende de los informes del Indec sobre balanza comercial y el que distribuyó este miércoles sobre turismo. En los primeros ocho meses, el déficit de turismo fue de u$s1.069,2 millones. Todavía salieron más argentinos y estuvieron más días en el exterior, que los turistas que llegaron al país. Recién en agosto se nota algún efecto: cayó 13,3% la salida de argentinos y subió 3,6% la llegada, aunque el saldo sigue en rojo y el déficit fue de u$s76,2 millones.

Es probable que de mantenerse el valor del dólar y la recesión de la economía hacia fin de año se reflejen números positivos en turismo, pero no será igual en la balanza comercial mucho menos flexible.