La noticia del encauzamiento del ex subjefe de Policía provincial Carlos Kunz, y el de un colaborador suyo, el subcomisario Nolberto Valdez, se repite todos los días como si fuera el pronóstico del tiempo.

Pero no conmueve tanto por la magnitud de los hechos que dice investigar la Justicia federal, sino porque no se entiende cómo es que el policía que más drogas incautó en la historia de la policía local hoy este sentado en el banquillo de los acusados. Más todavía, no se entiende cómo es que un policía con una foja de servicios intachable, estos días deba hacer una “vaquita” entre los amigos y familiares para pagarse un abogado que lo defienda de los dichos de personajes de la peor calaña, y con frondosos prontuarios.

La imagen que prima dentro de la fuerza policial del cuestionado Carlos Kunz, es la del jefe de drogas peligrosas que más operativos armó y encabezó contra vendedores y traficantes de drogas. Básicamente es cierto, sin que se considere en la estadística de los cinco años que Kunz dirigió el área, que no contaba con los recursos necesarios por lo que muchas veces debía recurrir al auxilio de Gendarmería Nacional, los que terminaban realizando la investigación y el decomiso final.

Como consecuencia de ese trabajo silencioso y exitoso de varios años, Kunz fue ascendido al cargo de Sub Jefe de la Policía y de no surgir una denuncia mediática, que es como se daña hoy la honra de las personas de bien, seguramente hoy sería el Jefe de la Policía de la Provincia.

Es fácil imaginar que desde la Jefatura de la policía, su trabajo contra el narcotráfico se intensificaría, lo que explica claramente el surgimiento de una resistencia de los perjudicados de esa intensificación.

En la Justicia local no parecen dispuestos a comprender la profundidad del fenómeno; ni siquiera parecen dispuestos a conceder que Kunz operaba siempre bajo su supervisión, porque es la Justicia la que autoriza todos los procedimientos.

La llegada de Kunz a la jefatura de drogas peligrosas, coincidió con un largo proceso de purificación de la fuerza policial. Dentro y fuera de la fuerza, los que lo conocen aseguran que su vida como jefe de hogar es modesta, apenas para mantener su familia con un sueldo de empleado público, siendo su única propiedad un vehículo y una casa que construyó durante 19 años en un terreno donado por un familiar.

El Sub Jefe Kunz no debe ser visto como una causa, sino como un efecto de cambios reales, cambios que hicieron bien a la institución policial y que se tradujo en estadísticas importantes, que dan cuenta del trabajo hecho por años por Drogas peligrosas. Ojala todo se aclare pronto, para que las personas de bien dejen de acaparar la luz atención pública, y esta sea puesta sobre el accionar de los delincuentes.