“Que el gran compromiso que nos llevemos de este Triduo Pascual sea que amemos al prójimo hasta el fin”, expresó el Obispo Luis Urbanc. En Viernes Santo es el único día del año en el que no se celebra la Santa Misa. La liturgia conmemora la Pasión del Señor.

En la noche del Jueves Santo -1 de abril-, el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, presidió la Santa Misa dando inicio solemnemente al Triduo Pascual a los pies de la Madre del Valle. La ceremonia litúrgica fue concelebrada por los Pbros. Gustavo Flores y Luis Páez, Rector y Capellán del Santuario del Santísimo Sacramento y Nuestra Señora del Valle – Catedral Basílica, respectivamente.

En esta jornada, la Iglesia conmemora la Institución de la Eucaristía y del Sacerdocio; también se suele realizar el gesto del Lavatorio de los Pies, tal como lo hizo Jesús con sus discípulos en aquella cena antes de ser condenado a morir en la Cruz, que en esta oportunidad fue omitido debido a la pandemia.

Cientos de fieles se unieron a la celebración a través de la transmisión por medio de las redes sociales, con traducción en lengua de señas.

Tras la proclamación de las lecturas, Mons. Urbanc dijo que “en estos tres días estamos invitados a meditar en las horas más difíciles de la existencia terrena de Jesús, pero las horas más saludables para la humanidad”.

Explicó que “celebramos hoy el misterio de la Institución de la Eucaristía en el marco de la celebración de la pascua judía… Jesús, como buen Hijo de Dios, cumple con la orden de su Padre, se reúne con los apóstoles a celebrar la última pascua judía, la última pascua que se tenía que celebrar en ese rito, porque ahora venía una nueva pascua”. Y afirmó que “es Jesucristo, nuestro Señor, quien instaura la nueva y definitiva Pascua, que nosotros la tenemos que celebrar en cada Eucaristía”.

“Jesús instituye la Eucaristía, que es uno de los sacramentos, y también va a instituir otro sacramento que es el Orden Sagrado, el sacerdocio de Jesús lo reciben los apóstoles y sus sucesores, los obispos y sacerdotes, que tienen que hacer presente este memorial. Éste es el núcleo central del mensaje de hoy”, manifestó, apuntando que “San Juan, el evangelista, pone en el relato de esta última cena algo que los otros tres evangelistas no lo narran, que es el lavatorio de los pies”.

Luego continuó reflexionando sobre el significado de este gesto, que a “Pedro, quien será el primer sucesor de Jesús, el primer Papa”, le costaba entender “que Jesús, que es Dios, el gran Maestro, se agache delante de él y le lave los pies. La lógica humana dice que tiene que ser al revés. Pero Jesús le dice: ‘Pedro, si no te dejas lavar los pies por mí, no tendrás parte en mi suerte’. Y eso le cambió la idea a Pedro, quien quería que le lave la cabeza, las manos, para participar de su suerte. Y Pedro va comprendiendo poco a poco que esa suerte es participar de la cruz, del sufrimiento de Jesús… Porque uno no puede participar de la gloria de Jesús si primero no participó de su sufrimiento. Y cuántas veces esquivamos el sufrimiento, no queremos tener cruces”, señaló, enfatizando que “no hay resurrección si primero no hay muerte. Esto es lo que entendió después Pedro”.

Remarcó que Jesús, siendo Señor y Maestro, Dios mismo, “se inclina ante su criatura; esto es extraordinario”, resaltó y exhortó a que “no nos quedemos en lo folclórico, en meros recuerdos, vayamos al fondo de lo que está sucediendo… Este Jesús, que es Dios y Maestro, no solamente se pone a lavar los pies sino que luego, subiendo a la Cruz, nos va a lavar del pecado, nos va a liberar de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna”.

“Quiero terminar esta reflexión con las primeras palabras del texto de hoy que habiendo llegado la hora de tener que entregar su vida en la cruz, Jesús amó a los suyos y los amó hasta el fin. Qué hermoso mensaje para todos nosotros”, dijo, animando a “que el gran compromiso que nos llevemos de este Triduo Pascual, que comenzamos solemnemente en esta noche, sea que amemos al prójimo hasta el fin”.

Adoración del Santísimo Sacramento

Luego de la Comunión, el Obispo llevó en procesión la reserva del Santísimo Sacramento por la nave central hasta el altar de San José ubicado en la nave lateral sur, donde quedó expuesto para la adoración de los fieles hasta la medianoche.

Viernes Santo

En Viernes Santo es el único día del año en el que no se celebra la Santa Misa. La liturgia conmemora la Pasión del Señor. Es día de ayuno y abstinencia obligado para todos los adultos (excluyendo a los ancianos y a los afectados por alguna enfermedad) que permiten expresar los sentimientos de contrición y penitencia, acompañando la Pasión y Muerte de Nuestro Señor.

En la primera lectura, el profeta Isaías contempla con estupor y consternación la violencia hecha al inocente siervo de Dios que se ofrece para la expiación de los pecados de todos. La segunda lectura , refiriéndose al sacerdocio y a los sacrificios del antiguo pueblo de Dios, exalta a Cristo como sacerdote y único mediador de la reconciliación de sus hermanos con el Padre del Cielo, causa de salvación eterna para cuantos en Él creen y a Él obedecen.

La lectura de la Pasión, según san Juan, constituye el modo privilegiado de acceso al misterio Pascual, que en este día revivimos.

Jesús muere en el momento en el que en el Templo se inmolan los corderos destinados a la fiesta de la Pascua (Jn. 19, 31). La inmolación de Cristo es una inmolación real, un sacrificio cumplido de una vez y para siempre, porque la víctima espiritual ha hecho inútiles las víctimas materiales.

Cristo, crucificado, es el verdadero cordero pascual. Él es nuestra pascua inmolada. La cruz es el abrazo de paz de Dios al mundo.

EN LA CATEDRAL BASÍLICA

Viernes Santo – 2 de abril
PASIÓN DEL SEÑOR

9.00- Rezo de Laudes. Confesiones.
17.00- Celebración de la Pasión del Señor.
20.00- Rezo del Vía Crucis.

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