“Necesitamos los vínculos de la familia para vivir, y vivir bien; para hacer la humanidad más fraterna, solidaria, inclusiva y feliz”, expresó Mons. Urbanc anoche, en el último día de la novena.

Anoche,  en vísperas de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, una multitud de personas participó de la Santa Misa y la Vigilia en el Campo de las Celebraciones ubicado en el sector norte del Parque Adán Quiroga.
La celebración fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada por sacerdotes del clero catamarqueño de Capital y llegados desde el interior de la diócesis y de provincias vecinas.
En el último día de la novena, rindieron homenaje a la Madre del Valle las familias, los Familiares de Víctimas de Accidentes de Tránsito de Catamarca (Faviatca), y se rezó especialmente por el eterno descanso de las personas fallecidas a causa del Covid-19.

En el inicio de la ceremonia litúrgica y acompañado por un fuerte aplauso de los presentes, el Obispo colocó la urna con las reliquias del Beato Mamerto Esquiú a la derecha del altar, para que acompañen la celebración y los fieles puedan tomar gracia posteriormente.
Familias representantes de la Pastoral Familiar Diocesana y del Movimiento Familiar Cristiano estuvieron a cargo del guión y las lecturas, mientras que el coro Cantus Nova engalanó la Eucaristía.

En su homilía, el Obispo meditó acerca de las lecturas de la segunda semana de Adviento y luego se dirigió a las familias presentes recordando que “cada víspera de la fiesta de la Virgen ustedes son convocadas para volver a poner la mirada en la Familia de Nazaret y así renovarse a la luz de la Palabra de Dios y del ejemplo de la Virgen María, esposa, madre, creyente y discípula misionera”.

Luego agregó, “Como han venido a encontrarse con la Madre de las Familias les voy a señalar tres elementos que necesitan observar siempre: *en primer lugar, sus familias estarán vivas y fecundas si cada día se unen en la oración; *en segundo lugar, sus familias serán fuertes, si redescubren la Palabra de Dios y el valor providencial de todas sus promesas; *en tercer lugar, sus familias serán bendecidas y constructoras de la historia si permanecen abiertas a la vida, si no discriminan y sirven a los más débiles y necesitados, si no dejan de ofrecer al mundo el pan de la caridad y el vino de la fraternidad”.
Mons. Urbanc también detalló que “la gramática de las relaciones familiares, que son la conyugalidad, la maternidad, la paternidad, la filiación y la fraternidad, es la vía por la que se transmite el lenguaje del amor, que da sentido a la vida y da calidad humana a toda relación ad intra y ad extra de la familia”.

Y haciendo referencia a los duros y angustiosos tiempos de pandemia que tocó atravesar, “en medio de tantas dificultades, tanto psicológicas como económicas y sanitarias, se ha puesto de manifiesto que los lazos familiares siguen siendo el punto de referencia más firme, el apoyo más fuerte, el guardián insustituible para la estabilidad de toda la comunidad humana y social. ¡Así que apoyemos a la familia! Defendámosla de todo lo que comprometa su belleza. Cuidemos este misterio del amor con asombro, discreción y ternura. Y nos aboquemos a salvaguardar sus preciosos y delicados vínculos: hijos, padres, abuelos, etc. Necesitamos estos vínculos para vivir, y vivir bien; para hacer la humanidad más fraterna, solidaria, inclusiva y feliz”.

Luego de la comunión, matrimonios presentes renovaron sus votos matrimoniales y el Obispo Diocesano realizó una bendición especial para las embarazadas.
Al finalizar la Santa Misa dio inicio la Vigilia que contó con una Velada Cultural lírico- poética; un momento de reflexión y oración; y culminó con un homenaje cultural.