Una investigación en Reino Unido mostró que los adultos mayores de 80 años que esperaron de 11 a 12 semanas para su segunda inyección tuvieron niveles de anticuerpos más altos que aquellos que esperaron solo 3 semanas.
Ante una capacidad de producción y distribución de vacunas limitada, Reino Unido decidió llevar a cabo, a fines del 2020, un experimento que consistió en retrasar las segundas dosis de las vacunas contra la enfermedad de Covid-19 con la intención de maximizar la cantidad de personas que estarían, al menos, parcialmente protegidas de la hospitalización y la muerte.
Se trata del primer estudio directo de cómo la demora afecta los niveles de anticuerpos y podría ayudar a tomar decisiones respecto a los programas de vacunación en otros países.
Muchas vacunas para la Covid-19 se administran en dos dosis: la primera inicia una respuesta inmunitaria y la segunda, la inyección de “refuerzo”, la fortalece. En el caso de las tres vacunas utilizadas en Reino Unido (producidas por Pfizer/BioNTech, Moderna y Oxford/AstraZeneca), los ensayos clínicos generalmente presentaron un intervalo de tres a cuatro semanas entre ambas.
Pero en algunos casos, una espera más larga entre la primera y la segunda dosis podría producir una respuesta inmune más fuerte, con la ventaja adicional de poder contar con una mayor parte de la población parcialmente inmunizada.
Para probar esto, Gayatri Amirthalingam, epidemiólogo de Public Health England en Londres y coautor de la investigación todavía en revisión, estudió junto a sus colegas a 175 mayores de 80 años que recibieron su segunda dosis de la vacuna Pfizer/BioNTech, ya sea 3 semanas u 11-12 semanas después de la primera dosis.
Específicamente, el equipo midió los niveles de anticuerpos contra la proteína de pico del SARS-CoV-2 en los participantes y evaluó cómo las células inmunes —las llamadas células T que ayudan a conservar los anticuerpos con el tiempo— respondieron a la vacunación.
Según detallan en el artículo publicado en la revista científica Nature, los niveles de anticuerpos fueron 3,5 veces más altos en las personas que esperaron 12 semanaspor su dosis de refuerzo que en las personas que esperaron solo 3 semanas.
La respuesta de células T, por el contrario, fue menor en aquellos que tardaron más tiempo en recibir su segunda dosis. Sin embargo, sostienen que esto no provocó que los niveles de anticuerpos descendieran más rápidamente durante las nueve semanas posteriores al refuerzo.
Los resultados son tranquilizadores, pero son específicos de la vacuna de Pfizer/BioNTech que no está disponible en todos los países, por lo que advierten que estos deberán considerar las variantes que están circulando en su región particular antes de tomar una decisión.
Para Reino Unido, mietras tanto, parece que extender el intervalo entre una dosis y la siguiente fue la elección correcta. “Este estudio respalda aún más un creciente cuerpo de evidencia de que el enfoque adoptado en el Reino Unido para retrasar la segunda dosis realmente ha dado sus frutos”, finalizó Amirthalingam.