La invasión de algas que sufren las playas de México y del Caribe es un duro golpe para la industria en temporada alta.
Medidas. Gobiernos de la zona, asociaciones empresarias y cadenas hoteleras multiplican los esfuerzos de limpieza.
El sargazo es un alga rojiza o parda que crece lejos de las costas. En mitad del Atlántico, las corrientes circulares las agrupan en grandes islotes, fenómeno anotado en las bitácoras de Colón y de otros grandes navegantes. Es habitual la expresión “mar de los sargazos” como indicador de enredos políticos, económicos o de cualquier clase porque las matas siempre confunden: se cree llegar a tierra firme y no.
En busca del rumbo para mitigar los efectos de la invasión de restos vegetales que producen mal olor, mal humor y peores fotos, las autoridades de la Confederación de Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo (Concanaco-Servytur) de México han dispuesto descuentos de hasta el 20 por ciento y un programa de excursiones y traslados a playas menos afectadas.
Pero la Riviera Maya y Cancún no son los únicos destinos afectados por este inconveniente que se acrecienta desde hace una década. Hay reportes de Jamaica y de casi toda la costa oriental de América Central, e incluso playas del norte extremo de Brasil.
Organizaciones ambientalistas han apuntado que el crecimiento de las algas se ha visto potenciado por el incremento exponencial en el derrame de fertilizantes hacia ríos y mares en combinación con el calentamiento global: se estima que sólo en Brasil el aumento de fertilizantes en el Amazonas se ha incrementado en un 60 por ciento desde 2011.
Esto, que acarrea inconvenientes para la industria del ocio y el placer, brinda algunos beneficios para la naturaleza y también encierra grandes peligros. El sargazo es el hábitat y el alimento de muchas especies como tortugas y camarones y sirve de red de caza para los delfines, pero obstaculiza la llegada de la luz solar a los arrecifes con consecuencias catastróficas para estas barreras naturales.
Según datos de las principales cadenas hoteleras, como RIU, Meliá y Baceló, nuestro país es uno de los más mercados más afectados por el costo y la distancia de traslado. Hasta el momento se desconoce cuánto tiempo durará esta situación, pero todos los gobiernos de la zona, las asociaciones empresarias y las cadenas hoteleras han multiplicado los esfuerzos de limpieza e incluso han instalado trampas mar adentro para evitar que las algas continúen acumulándose en las playas.
Es una tarea casi titánica, ya que se estima en 200 millones de toneladas la cantidad de vegetales acumulados en las corrientes del Golfo de México y zonas adyacentes.
Por eso, recomendamos consultar con agentes de viajes sobre los destinos menos comprometidos, o bien, aquellos que ofrezcan descuentos pero cuenten con playas alternativas. Esta es una buena opción para transformar una mala noticia en una oportunidad.