Nicanor Tabárez tenía 4 años y, tras su sorpresiva muerte, sus papás decidieron donar sus órganos. El camino hacia el cementerio estuvo coronado por globos. Ocurrió en Concepción del Uruguay.

Nicanor Tabárez tenía 4 años, le encantaban los superhéroes. Iba al jardín de infantes y le gustaba pasar tiempo con sus abuelos.

El 24 de agosto, mientras estaba con su familia, sufrió una convulsión y fue trasladado de urgencias al Hospital Justo José de Urquiza. Tuvo varios ataques cardíacos, pero logró estabilizarse luego de un difícil trabajo de los médicos.

“Fue muy sorpresivo. Estábamos haciendo mandados, él me pide upa y, arriba de mis brazos, le da una convulsión y un paro. Todo paso ahí”, contó a Cadena 3 Danilo Tabárez, el papá de Nicanor.

Los médicos confirmaron que sufría del síndrome del QT Largo, un trastorno del ritmo cardíaco que puede provocar latidos intermitentes, largos o rápidos. Puede ser una enfermedad hereditaria y se manifiesta en cualquier edad o puede no aparecer nunca.

El pequeño fue trasladado al Hospital San Roque de Paraná, a donde permaneció en coma varios días. El pequeño sufrió otro paro y, a las pocas horas, su cerebro no reaccionaba ante ningún estímulo.

“Lo de Nicanor fue alteración congénita que fue incontrolable. Esa enfermedad, cuando debuta, deriva en una muerte súbita. Él pudo resistir unos días más, pero no hubo respuesta del sistema nervioso”, indicó Danilo.

En ese momento, comenzó a activarse el protocolo de ablación que comienza con un formulario, una comunicación con Incucai y unos estudios para corroborar que los órganos estén en buen estado.

“Nos dijeron que si queríamos pensarlo bien. Los dos estábamos decididos. Tomar la decisión no es una certeza porque hay que ver la compatibilidad. Nos tuvieron 4 horas y nos avisaron que todo había salido bien. El hígado, los riñones y las córneas se fueron a otros chicos”, explicó.

Gracias a la donación de órganos de Nicanor, cinco niños pudieron sobrevivir.

Despedida con globos

Una vez hecha la ablación, los papás de Nicanor decidieron despedirlo de forma alegre, como era él.

El auto visitó: su casa del barrio Sarmiento, que queda a la vuelta del club, el jardín de infantes, la Escuela N° 4 y la casa de sus abuelos.

“Fue un recorrido súper alegre y emotivo. Creo que el honro su despedida”, contó.

Finalmente, Danilo hizo hincapié en la importancia de tomar este tipo de decisiones e indicó que todo el procedimiento “fue muy cuidado y respetado”.