Los periféricos es una película que une la producción de seis cortos de ocho directores caracterizados por mezclar la música y el cine. Se centra en personajes y espacios que hasta hoy se mantuvieron en los márgenes de la historia oficial del rock . Al mismo tiempo, presenta un colectivo de directores de cine y música, lo cual es una experiencia inédita y singular.}

Los historias van desde Max, un referente del movimiento punk y precursor del graffiti urbano -hoy, un formal profesor de la Facultad de Medicina-; un estudio de grabación en Adrogué pleno de un aura legendario; un viejo poeta que vive su mala suerte arriba y abajo de un escenario en Barracas; los vecinos de Villa Soldati reivindicando a un guitarrista histórico; dos amigos que reflexionan sobre el espacio contracultural que crearon en los 90 y un joven investigador que discute la historia oficial del rock mientras recorre la ciudad transformada en una necrópolis.

Infobae Cultura entrevistó a dos de los directores que participaron del proyecto, Juan RiggirozziIván Wolovik, para hablar de esta novedosa pieza audiovisual y sobre la necesidad de visibilizar este género dentro de la escena cinematográfica.

-¿Cómo surgió el proyecto?

Iván WolovikGabriel Patrono, uno de los ocho directores, fue quién nos convocó. No nos conocíamos entre nosotros. Nos unía la pasión de hacer películas de música. Él nos preguntó si teníamos algún proyecto inconcluso que no llegue a ser una película, más bien un cortometraje. Para ver si podíamos hacer algo en conjunto. El corazón del proyecto fue el corto La mala suerte, que dicho sea quedó en el medio, que filmó Gabriel y retrata unas sesiones de grabación del gran escritor y poeta Enrique Symns.

– ¿Qué compartían entre todos?

IW: Nos gustó el concepto de la periferia. Hay algo casi natural entre los que filmamos cine y música, por lo general señalás algo que no lo hace otro y tenés la responsabilidad de llevar a la luz personajes que no están ni siquiera catalogados. Decimos un montón de cosas en la película. Las películas musicales son bastante celebratorias de un artista pero esta película habla más de un final de época, de una escena que terminó, que cambió.

Juan Riggirozzi: Buscamos elementos comunes, hilos de contenido que ataran la película a nivel narrativo. Después nos dimos cuenta que primero teníamos que dejarnos libres cada uno en su corto. En base a las charlas que habíamos tenido ya había un par de datos que sabíamos que queríamos retratar. En un principio, pensamos grabar algunos separadores pero nos dimos cuenta que la película no necesitaba de esa estructura mágicamente quedaban unidos y cerraban todos los conceptos que habíamos pensado.

– ¿Qué significa para ustedes la periferia?

IW: Todo lo que no sean los cinco principales artistas del país. Hay una cuestión que tiene que ver con el hecho de que la construcción de la cultura en general está dada por los artistas grandes y después hay todo un mundo que se arma por afuera, son aquellos que con pico y pala están haciendo cultura pero han sido olvidados o han quedado en los márgenes. Sin embargo, estos personajes fueron pilares o pioneros de una época o escena. También, sentimos todos que evidentemente se está dando el final de una época y que está marcado por los protagonistas de estas historias.

JR: – Rescatamos historias raras, personajes que se han movido en los márgenes del rock, con métodos o formas poco convencionales y de hecho la película absorbe todo eso ya que la financiamos nosotros de manera independiente, no de manera colectiva. Cada uno bancó su corto. Estrenamos de manera independiente, en una sala fuera del circuito convencional.

– La película muestra seis cortos distintos, ¿cómo lograron que estos se unificaran en pos de un relato único?

IW: El gran triunfo de este grupo fue que la película se cuente en si misma y que no tenga que haber un recurso externo o que no sea un “historias breves del rock”, sino que la película cuenta una idea. A este triunfo hay que sumarle que para todos era la primera vez que nos veíamos y trabajábamos juntos. Además, nos alineamos para formar un colectivo de directores de cine y música. Durante el estreno haremos nuestra presentación oficial. Es un hecho inédito que una película se construya entre tantas cabezas y que todos sean directores. En lo personal, lo que más me tiene exitado del proyecto es que sea un película en conjunto. Mi parte es un ladrillo dentro de la narración pero también respeta un nivel de estética absoluta de cada uno. Podés ver que está construida por la mirada de cada uno y ninguna de ellas se parece entre sí.

JR: Hablamos mucho entre nosotros acerca de que todos nos hacemos cargo de la película en su totalidad. Acordamos que haya una narración y que le encontremos dos o tres ejes al relato con los cortos ordenados de una determinada manera. Si cambiás el orden, creo que se desataría toda la lógica que construimos. Nos propusimos que la película tenga todas sus partes: introducción, desarrollo y desenlace. Teóricamente la película se discutió tanto que cada corto tenía un nombre y nosotros lo que hicimos es acomodarlos en un orden lógico. No están tirados al azar. Sino que se fue pensando y hubo un compromiso de cada uno con la parte que construía de que lo que habíamos dicho que decía o significaba esa parte en la teoría cumpla, porque sino se nos caía la película.

– ¿Qué encuentran en el cortometraje como herramienta narrativa?

JR: El corto como formato a mí me gusta mucho porque es dinámico. Te permite cortar bien sin la necesidad de profundizar y eso ayuda a que el relato sea accesible a quien lo ve. En nuestro caso, le tenés que sumar que son cortos documentales que tienen una lógica distinta a la ficción. Nos permitió a todos esplayarnos estéticamente casi sin prejuicios. Usamos formatos que entraron justo en ese corto tiempo que quizás en una película de una hora era imposible de sostener.

IW: Acá no llevás una trama sino que hay un hilo de lo que dicen nuestros personajes sumado a una estética y una impronta acerca de cómo cada uno lo quiso encarar un documental. A mí me voló la cabeza cómo él decidió hacer algo acerca del Salón Pueyrredón que mezcla el pop con el punk con algunos detalles de animación. Tienen que ser condensación y fuerza.

– ¿Qué tuvieron en cuenta a la hora de editar todo ese material en conjunto?

JR: Solamente íbamos mirando lo filmado, los primeros cortes donde ya no se podía modificar mucho. Sí, opinamos y nos metimos en la edición de los cortos entre todos. Fue muy abierto. Fue una gran idea no vernos en los rodajes para evitar tensiones pero en el montaje donde todo es más laxo pudimos sacar la mayor creatividad como equipo. Pusimos todo al servicio del largo.

IW: En esa fase, nos habíamos despojado de la idea del corto y nos enfocamos en la estructura de la película. Al ser así, inclusive hemos sacrificado finales de los cortos nuestro en pos de ver cómo quedaban con la lógica del documental completo. Eso fue un gran paso como equipo. Tuvimos muchas reuniones y donde en el resultado se puede ver plasmado todo lo que habíamos dicho que íbamos a hacer. Filmamos personajes que tienen una conexión más directa con el hacer y de generar cultura. Esto es la presentación del colectivo. Queremos que los periféricos sea un molde al que puedan sumarse y adaptarlo nuevos directores.

-¿En qué consiste la presentación de este colectivo?

IW: Lo que buscamos es mayor visibilidad para pelear un espacio en el instituto para que se nos reconozca como un género a parte, como ocurrió con el cine fantástico. Estamos peleando espacio con otros géneros. Juntarnos es también ver las problemáticas que tenemos todos a la hora de producir y un poco que estaría bueno que suceda con el género que está siendo uno de los más consumidos. Por ejemplo, todos tenemos problemas con SADAIC. Es un momento interesante para estar alineados. No hay que esperar nada sino salir a buscar y vemos como ciertos géneros lo han logrado. Es un espacio para que vengan todos, en principio estamos los que logramos terminar este proceso.

JR: Hay cuestiones que son específicas y compartidas con este tipo de películas. Nos encontramos con que pagar los derechos de los temas musicales que aparecen sale tan caro como la película entera, entonces se vuelve imposible estrenarla de manera tradicional o cobrar un subsidio. Hasta la relación legal con el artista es compleja. Que esté tan en auge el cine y el rock tiene que ver, en parte, con los que hacemos esto. Queremos lugares de exhibición, en los festivales, ciertos derechos para producir. Ahora los espacios de cine y música solo están separados a la noche, pero deberían servir para conocernos entre todos y que se genere un debate donde todos los directores puedan exponer lo que les pasa y se arme un espacio de búsqueda y de lucha.

-¿Encuentran algo reflejado de sus proyectos anteriores?

JR: En mi corto trate de volcar todo lo que me vengo proponiendo estéticamente, de pulir detalles, a mi me gusta vincular el cine al punk y trato de creer que en mi búsqueda estética se apoya en eso. Creo que este corto es lo más punk de lo que me salió hasta acá.

IW: Los cortos son muy personales. Venía de hacer un documental con una figura como Palo Pandolfo y en este caso, mi protagonista es un total desconocido pero busqué una relación muy parecida en la forma de contar las cosas. Visualmente es muy parecido y creo que todos compartimos que experimentamos un crecimiento autoral muy marcado

*La película se proyectará todos los jueves de mayo en el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543, CABA). Entrada: $100.