El malestar de la sociedad con la clases política no se detiene, y sobrados méritos siguen haciendo “ellos” para lograr la antipatía de la gente.
Ahora, en campaña, muchísimos de los dirigentes que jamás dieron la cara, hoy se los ve muy simpáticos y pitucos mezclando ollas (a veces vacías sin que el fotógrafo se percatara), repartiendo bolsones, juguetes en una falta total de respeto a la intimidad de las personas ni a su dignidad.
Pero la gota que rebalsó el vaso, y que ya generó más de un tirón de orejas puertas adentro -al menos en el oficialismo- es hacer campaña con los métodos tradicionales en medio de la peor pandemia de la humanidad, que ha dejado millones de muertes en el mundo, miles en Argentina y exactamente 624 fallecidos por Covid-19 en Catamarca.
Mientras ayer celebrábamos -si de alguna manera se puede celebrar en medio de tanto dolor- que después de mucho tiempo no hubo muertes en nuestra provincia, cientos de dirigentes, militantes, arrastrando vecinos, pululaban en las calles de la Capital haciendo multitudinarias caminatas; otros en reuniones numerosas en locales cerrados, amontonados, barbijos mal puestos o sin barbijos, sin respetar ninguna norma de bioseguridad.
Ni siquiera por respeto a los trabajadores de salud, ni a las familias que perdieron un ser querido, ni los privados que perdieron su fuente de ingresos, se frenan en sus ansias de “llegar”. Y en esto no tienen diferencias. Pareciera, lamentablemente, que la pandemia terminó para los políticos y lejos están de respetar -como la mayoría de los catamarqueños- el decreto gubernamental vigente que establece que “Catamarca se encuentra en Etapa Roja, identificada como “Aislamiento Estricto”.