Los hinchas de Belgrano pasaron del amor al odio sin escalas con Matías Suárez. Furiosos y quizás algo exagerados, no sólo lo responsabilizan por el descenso a la B Nacional. Hasta lo acusan de que algunas ausencias en los partidos que se jugaban los sábados a la noche se debían a que él aducía lesiones que nunca existieron para acompañar a su mujer, la cantante cuartetera Magalí Olave, en sus recitales. Por más alocado que parezca, a Suárez le será difícil volver a caminar por las calles de Córdoba sin sufrir incomodidades, pero en el resto del país por ahora le pasa todo lo contrario: es una de las nuevas figuras de River, Lionel Scaloni lo convocó recientemente para la Selección Argentina y su jerarquía representa una garantía de calidad para Marcelo Gallardo, encantado con su nivel de juego al punto de que hoy lo considera titular.

Adaptado rápidamente a River, Suárez es el goleador del último campeón de la Copa Libertadores en 2019: anotó seis goles en catorce partidos, con la particularidad de que solamente fue titular en seis de esos juegos. Si se repara en que lleva un total de 723 minutos con la camiseta de la banda roja, el promedio indica que convierte un gol cada 120 minutos. A la hora de festejar, no discrimina competencias: hizo tres en la Superliga ganada por Racing (ante Godoy Cruz, San Martín de Tucumán y Newell’s), convirtió uno en la Copa Libertadores (frente a Alianza Lima) y festejó dos el miércoles, en el 3 a 0 que marcó el debut de su equipo en la Copa Argentina frente a Argentino de Merlo.

Su buen presente lo llevó a ganarle el puesto al colombiano Rafael Borré, aunque debe hacerse una salvedad: Gallardo es un técnico que define las formaciones de sus equipos según la coyuntura de cada partido, ajeno a los once de memoria que tanto les gustan a otros entrenadores. En ese marco, hoy Suárez-Pratto es la dupla que se perfila para jugar el partido del próximo miércoles ante Palestino de Chile, en el estadio de Colo Colo, crucial para las chances de ambos de avanzar a los octavos de final de la Copa Libertadores. Si River gana, se asegurará el pasaje para esa instancia. Un empate lo pondrá poco menos que ante la obligación de conseguir los tres puntos en la última fecha de la fase de grupos, ante Inter de Porto Alegre en el Monumental. Y en caso de perder en Santiago, River pasaría a la tercera posición del grupo, con un punto menos que Palestino, y obligado a rezar para que el modesto Alianza Lima le dé una mano al enfrentar al equipo chileno en el cierre de la ronda inicial, con lo que a los “millonarios” no les quedaría otra que ganarle a los brasileños en el Monumental, el 7 de mayo a las 21.30.

Su llegada a River el 26 de enero enero, ya con dos fechas jugadas luego de la reanudación de la Superliga y con Belgrano sabiendo que necesitaría muchos puntos para esquivar ese descenso que al cabo no pudo evitar, lo puso en el ojo de la tormenta. En Córdoba, la mayoría de los hinchas de Belgrano lo señaló poco menos que como el responsable de los males del equipo. Los más duros lo tildaron de “traidor” por haber dejado el club en un momento deportivo muy delicado, y esas acusaciones fueron creciendo como una bola de nieve a medida que a Belgrano se le fueron negando los resultados y que la caída de categoría se le volvió un destino inexorable.

Ocurre que los hinchas de Belgrano creyeron que el fuerte anclaje afectivo que Suárez tenía con el club cordobés lo iba a llevar a rechazar la propuesta de River, que lo compró a cambio de unos 3.500.000 dólares. No solo era el símbolo y el jugador más importante del equipo “celeste”, sino que además su mujer es muy cercana a ese club por ser prima hermana del exarquero y exmanager de la institución, Juan Carlos Olave, y del fallecido cantante Rodrigo Bueno.

Lejos de pasarle desapercibida, esa situación de fuerte tensión con Belgrano le genera en la intimidad una incomodidad sorda que él disimula muy bien adentro de la cancha con sus goles y sus movimientos elegantes, esos que a más de un hincha de River le remiten a los de Enzo Francescoli en sus tiempos de futbolista. Ese auspicioso presente, justamente, es el que lo tiene ilusionado con la posibilidad de integrar el plantel de Argentina que jugará la Copa América en Brasil del 14 de junio al 7 de julio, luego de que Lionel Scaloni lo convocara para los amistosos ante Venezuela y Marruecos, en marzo.

El famoso tiempo de adaptación que suelen atravesar muchos futbolistas que llegan a River no fue necesario para él: ya el día de su debut, ante Godoy Cruz en Mendoza, colaboró con un gol para el 4 a 0 de su equipo y sacó un remate que dio en un palo. La camiseta no solo no le pesa, sino que además mejoró la última versión que mostró en Belgrano, donde había anotado solamente dos goles en el último semestre de 2018. Y ya nadie hace referencia a las dificultades en la rodilla derecha que tanto dieron que hablar luego de su revisión médica (en 2012 no pasó un examen para ser vendido al CSKA de Moscú) y que incluso sembraron dudas en cuanto a su desembarco en River.

El 9 del mes próximo cumplirá 31 años y su deseo es prolongar ese festejo con la obtención de su primer título con River, que el 22 y el 29 de mayo enfrentará a Atlético Paranaense de Brasil por la Recopa Sudamericana, primero en Curitiba y luego en el Monumental. Esta no es la primera vez que Suárez atraviesa un momento positivo de su carrera: en Belgrano también supo destacarse en los dos pasos que tuvo por el club y en el Anderlecht fue elegido como el jugador más destacado de la Liga belga en la temporada 2011/12.

En menos de tres meses, los hinchas de River lo empezaron a querer. En la intimidad, él dice que “lo mejor está por venir”. Y por ahora no hay motivos para descreer de su optimismo.