“Si hacer dormir un bebé puede resultar una tarea muy complicada, el sueño de los adolescentes es todo un capítulo de la rutina y los hábitos”, explicó a Infobae el médico neurólogo Claudio Waisburg (MN 98128), especialista en niños y adolescentes.

Es bien conocido la necesidad de tener un ambiente apropiado, mantener los hábitos de los horarios de la cena, bajar los ruidos y las luces. Pero, en el ritmo de vida que llevamos, es muy difícil que un adolescente pueda desconectarse de su “chupete electrónico” como son las consolas, el celular, o cualquier pantalla que, en lugar de bajar sus decibeles, es una clara activación del sistema nervioso y no una relajación para entrar en un sueño más adecuado.

“Cuanto más adolescentes son, más tarde se van a dormir”, agregó el neurólogo. “Entonces, se genera un círculo en el que se quedan haciendo cosas para no dormirse y no duermen porque están haciendo cosas. Esto achica las horas de sueño y eso va en detrimento de su funcionamiento, de su ejecución y de su memoria. Además, puede tener cefaleas, somnolencia durante el día, e irascibilidad. Idealmente, un adolescente debería dormir entre 8 a 12 horas. Por eso, cuando un estudiante prepara una materia y no duerme en toda la noche, su rendimiento va a a ser menor. Entonces es preferible que, aunque no tenga estudiado el 100% de la materia, duerma más horas para poder rendir mejor”.

Stella Maris Valiensi es médica neuróloga (MN 94777) y somnóloga acreditada por la Asociación Argentina de Medicina del sueño. En diálogo con Infobae explicó: “En los adolescentes lo más frecuente es una alteración del ritmo circadiano. Eso significa que sus horarios nocturnos o de dormir ‘se desplazan’ y tienden a acostarse más tarde. Esto en parte se debe a que, su mayor secreción de la hormona melatonina (conocida como la ‘hormona vampiro’), se desplaza a horarios más avanzados”.

Pero dormir es más que descansar: “El sueño mejora las funciones fisiológicas, la capacidad cognitiva y la memoria. También se secreta la hormona del crecimiento y se trata de mantener el equilibrio de la inmunidad. Y, si uno no duerme, tiene más predisposición a desarrollar enfermedades. Hay que concientizar además que, al privarse de horas de sueño, los adolescentes tienen mayor predisposición a consumo de alcohol y depresión”, explicó la médica Valiensi.

“El cronotipo del adolescente según el momento del día en el que está más alerta se pueden caracterizar como búhos o alondras. Los búhos son los que funcionan mejor de noche, y los alondras son quienes lo hacen mejor de mañana. Pero la mayoría de los adolescentes son búhos y prefieren estudiar y hacer más cosas de noche”, agregó Waiburg.

“A los búhos les cuesta conciliar el sueño aunque intenten acostarse temprano. Quienes tienen dificultad para dormir pueden sufrir ansiedad, depresión, enfermedades cardiovasculares y diabetes. Y, socialmente, sufren consecuencias de una sociedad que está habituada a otros horarios laborales y académicos. Es como si estas personas tuvieran un jet lag perpetuo”, afirmó.

¿Se pueden recuperar horas de sueño el fin de semana? “Sí. Todavía en la adolescencia se pueden recuperar las horas de sueño. Pero, si el fin de semana hay muchas salidas nocturnas, el sueño se convierte en una deuda continua a lo largo del tiempo como fue demostrado por investigadores argentinos”, respondió Valiensi.

El funcionamiento del adolescente en las primeras horas de la escuela

¿Los adolescentes siempre fueron noctámbulos? La licenciada en Educación Irene Kit afirmó en diálogo con Infobae: “La falta de sueño de los adolescentes no es un fenómeno nuevo. En nuestra adolescencia, también era frecuente quedarse hablando por el teléfono fijo con una compañera del colegio”.

“Esa necesidad de estar en contacto con nuestros pares no es un invento de esta época, solo que ahora se manifiesta distinto. Por ejemplo, a mí me gustaba mucho leer cuando era adolescente y cuando mi mamá me apagaba la luz yo tenía una linterna y leía abajo de las sábanas. Pero, lo que cambió ahora, es que tienen la posibilidad de realizar múltiples interacciones a través de diferentes dispositivos y en las redes sociales que a los adolescentes cada vez los despierta más. Estar al mismo tiempo conectado con tantas personas les dificulta conciliar el sueño”.

“Cuando un adolescente tiene que enfrentar la semana final de un trimestre con 10 o 12 evaluaciones a lo largo de dos semanas, muchos están expuestos a las posibilidades de fracaso. Hay muchos que se sienten confusos al momento de ordenar y organizar sus tareas. Los adolescentes que van al colegio a la mañana tienen una constante privación de sueño que a veces se intenta compensar el fin de semana cuando duermen hasta el mediodía”, explicó advirtió Kit.

¿Es posible que la escuela secundaria inicie más tarde su horario de entrada?
“En nuestro país y, en muchos de los países de la región, el horario en que empieza la escuela es entre 7.30 y 8 hs y, efectivamente, muchos adolescentes llegan muy dormidos. Las soluciones son complejas porque los edificios escolares deben funcionar en dos turnos: si el primer turno se atrasa, esto generaría que se retrase también el siguiente y eso muy complejo. No veo que sea algo factible en estos momentos. Pero también, hay otros temas que se agregan como, por ejemplo, la organización familiar, los horarios de trabajo que tienen los padres y, por supuesto, los docentes. En el corto plazo, no se podría hacer una transformación sustancial de la organización horaria”, ahondó Kit.

“Pero hay cosas que se podrían implementar como, por ejemplo, no poner en las primeras horas las materias más difíciles como matemática y física. Antes, se consideraba mejor ponerlas temprano porque se creía que los alumnos tenían las ‘cabeza más fresca’ para cursarlas. Ahora, en cambio, se sabe que no es la mejor opción”, agregó la experta en educación.

Y recomendó: “Una opción sería trabajar en las primeras horas en torno a proyectos que impliquen algún tipo producción interesante para los estudiantes. No hay manera de despertarse si lo único que uno esta haciendo es escuchando una clase teórica o viendo como un profesor se explaya en fórmulas en el pizarrón. En toda la secundaria sería ideal trabajar de una manera más activa y protagónica, apostando a tareas de interacción grupal. También sería positivo, evitar en lo posible las evaluaciones para clasificación en la primera hora de la mañana. Y, si fuese necesario porque no hay otra opción, hacer una actividad grupal o de integración para que deje su estado de ‘piloto automático’ que tienen en esas horas”.

Qué pueden hacer los padres

Waisburg aconseja que los padres ayuden a sus hijos adolescentes: “Aunque no sea fácil hay que intentar que siga una rutina de acostarse y levantarse a la misma hora en la semana y que, los fines de semana, los horarios solo difieran en dos horas con respecto a la semana. Priorizar actividades extraescolares. Tratar de que no haya siestas largas y limitarlas a 30 minutos. También, controlar el consumo de cafeína y que exista una atmósfera de calma en la casa. Además, es importante sacar la televisión del cuarto del adolescente y minimizar el uso de dispositivos hasta 1 hora antes de acostarse”.

Por su parte, Kit aseguró que “hay que intentar poner las pautas cuando se pueda y sin culpabilizar a quienes no logren porque todos estamos tratando de aprender día a día a ser padres. Es importante alentar al adolescente a tener otras actividades como por ejemplo deportivas, musicales o vivenciales que cansan no su cuerpo sino que impregnan sus emociones para que tiendan a dormir un poco mejor”.

“Si fuera posible, sin enojarse, es una buena propuesta tratar de anotar los horarios junto con ellos para que vean a que hora se acostaron, a cuál despertaron y cómo se sintieron en las primeras horas. Tratando que puedan reflexionar ellos mismos de las cosas que les pasan. La argumentación en lugar de ser verbal puede partir de repasar una experiencia en el que el adolescente haya sido protagonista pero- aclaró la especialista- igual así va a a costar mucho”, finalizó.