Comenzó la 58º Bienal de Venecia, el evento del arte más importante del mundo, con una fuerte presencia del arte latinoamericano y producido por mujeres.

La Bienal se divide en dos grandes espacios: el clásico Pabellón Central de los Giardini y el Arsenale, antiguo astillero de Venecia, aunque alrededor de ambos se distribuyen diferentes muestras. En total, se exponen obras de 79 artistas de diferentes partes del planeta de manera individual, que cohabitan con 87 pabellones nacionales, cada uno con uno o más creadores.

Latinoamérica está representada por 9 países: Argentina, México, Perú y Chile (Arsenale), mientras que en los Giardini se localizan Uruguay y Brasil. Además, República Dominicana tiene su debut en la Bienal con su propio pabellón, localizado cerca del famoso puente de Rialto, al igual que el de Guatemala. Cuba, por su parte, se encuentra en la isla de San Servolo. Mientras que Venezuela (Giardini), que había sido anunciado como participante, no llegó -por cuestiones que no fueron oficializadas- a inaugurar su espacio.

El lema de esta edición, May you live in interesting times (Que vivas tiempos interesantes) fue elegido por el curador estadounidense Ralph Rugoff, quien también seleccionó a los artistas de todo el mundo que participan del encuentro que verá cómo cuatro países participan por primera vez en su historia: Ghana, Madagascar, Malasia y Pakistán.

La Bienal, que estará abierta hasta el 24 de noviembre, gira alrededor de la muestra central, cuyo título “podría interpretarse como una especie de maldición”, según dijo el presidente de la bienal Paolo Baratta, ya que la expresión tiempos interesantes “evoca la idea de tiempos difíciles o incluso amenazantes”.

El curador Rugoff explicó que la exposición se centra en el trabajo de artistas “que desafían los hábitos de pensamiento existentes y abren nuevas lecturas de objetos e imágenes, gestos y situaciones”. Cuando estuvo de visita en Buenos Aires en noviembre pasado, el curador de la Bienal 2019 explicó por qué eligió este lema: “Una frase que durante años emplearon políticos británicos invocando una antigua maldición china que nunca existió, una suerte de fake news a la que se ha hecho referencia como real durante más de cien años”.

“El lema de la bienal está asociado a la posverdad. Si bien los artistas no reflejan directamente esos temas en sus obras, están encarnando ese enfoque. Son los artistas contemporáneos quienes ofrecen espacios hoy para lidiar con esta complejidad”, dijo Rugoff entonces a la agencia argentina Télam.

“El arte de este tipo surge de la práctica de tener múltiples perspectivas: de tener en cuenta nociones aparentemente contradictorias e incompatibles, y hacer malabarismos con las diversas formas de dar sentido al mundo”, se puede leer en la web de la bienal.

Todos los artistas latinoamericanos

Así, se presenta con El nombre de un país, curada por Florencia Battiti, que consta de siete esculturas monumentales (5 metros de alto), que a modo de un bestiario punk frankensteiniano se presenta como el soporte de intuitivas transformaciones sobre las cosas, como un archivo de sentidos desacralizados, donde las formas deconstruidas comparten con los objetos producidos por la cultura popular, la moda, los desechos, el espectáculo y la naturaleza, una misma jerarquía horizontal.

“Todo arte es poner en conflicto algo: eso es hacer política. No me interesa hablar de la realidad de este país, no ésta. No aparece la educación pública en mi obra, por ejemplo, pero sí aparezco yo, educada en una universidad pública. Si eso es político, entonces sí, estoy haciendo política, o mejor: interpretaciones políticas”, explicó Telleria a Infobae Cultura.

Además, de manera individual se presentan el tucumano Tomás Saraceno, quien reside en Berlín, y la porteña Ad Minoliti. Saraceno es reconocido por sus obras basadas en las morfologías de las telarañas y por sus Cloud Cities.

Mientras que Minoliti ha expuesto en ciudades de todo el mundo y se inspira en la teoría queer para realizar sus coloridas pinturas e instalaciones geométricas, creaciones visualmente impactantes con las que reimagina las relaciones espaciales y sexuales entre los cuerpos, experimentando con estilos formales interpuestos con formas atrevidas.

A través de la curaduría de Gabriel Pérez-Barreiro, Bárbara Wagner y Benjamin de Burca, quienes trabajan de manera colaborativa desde 2011, presentan Swinguerra, un documental que mezcla realismo y ficción y que profundiza en las tradiciones de música popular y callejera del país.

La propuesta brasileña pone el foco en lo sociopolítico y refleja los rasgos más profundos de la cultura postcolonial y contemporánea, que van desde objetos que reproducen al Imperio a la religión evangélica y la música rap.

“Bárbara Wagner y Benjamin de Burca brindan una visión crítica y al mismo tiempo integral de la enorme pluralidad del momento actual, señalando la forma en que la cultura popular absorbe e interpreta las imágenes y los fenómenos de la vida cotidiana y los medios de comunicación, incorporándolos a su la propia realidad”, dijo Pérez-Barreiro.

Voluspa Jarpa introduce Altered Views (Miradas alteradas), un proyecto dividido en tres espacios que reflexiona sobre el colonialismo, el poder, la hegemonía, la raza, los intereses económicos y la subalternidad.

La exposición, comisariada por el español Agustín Pérez Rubio, exdirector artístico del museo MALBA de Buenos Aires (2014-2018), se yergue en tres áreas diferenciadas: un museo hegemónico, una galería de rostros de personas que fueron sometidas, y una ópera de emancipación, interpretada por la cantante, actriz, y activista transexual Daniela Vega.

“Voluspa habla de esa psicología que hace que exista una hegemonía que se perpetúa en el tiempo y que se convierte en una hegemonía eurocéntrica, modernista y colonial”, explicó Pérez Rubio.

El también curador de la undécima Bienal de Berlín en 2020, agregó: “Voluspa no quiere que la gente sienta lástima de estas personas. Ella dice: ‘No nos podemos quedar llorando, vamos a ver cómo la gente se emancipa de esto’. Y allí llega el tercer acto, la ópera emancipatoria”.

En Entorno aleccionador (A Cautionary Environment), Ariamna Contino, Eugenio Tibaldi, Alejandro Campins y Alex Hérnandez proponen un análisis sobre la relación entre el hombre y el medioambiente. La muestra, curada por Margarita Sánchez Prieto, indaga en cómo los recursos naturales han contribuido al desarrollo de la humanidad y, a su vez, invitan a devolver a la tierra todo aquello que se ha tomado prestado.

Elsie Wunderlich y Marco Manzo (italiano de nacimiento) presentan Interesting state (Estado interesante), que cuenta con Stefania Pieralice como curadora.

El espacio busca destacar la importancia de las mujeres en las sociedades actuales como también exponer y criticar cómo la cultura machista es parte de la región en la historia colonial, con el objetivo de fomentar la concienciación social en favor de una mayor igualdad.

En Actos de Dios, Pablo Vargas Lugo coloca la atención en la manipulación del origen del mundo y de la fe, a través de una videoinstalación que reproduce dos películas inspiradas en el filme El Evangelio según San Mateo, del cineasta italiano Pier Paolo Pasolini.

Con la curaduría de Magalí Arriola, en la obra se narran pasajes del Evangelio alterados para preguntar qué ocurre si las historias proféticas no se cumplen, poniendo así en duda los valores arraigados en el imaginario político, social y cultural.  Por otro lado, Teresa Margolles y Gabriel Rico participan de la Bienal con una muestra individual en el pabellón central.

Indios Antropófagos. A butterfly Garden in the (Urban) Jungle es una propuesta coral curada por Gustavo Buntinx, que a partir de la obra de Christian Bendayán, Otto Michael (1859 – 1934), Manuel Rodríguez Lira (1874 – 1933), Segundo Candiño Rodríguez y Anonymous popular artificer busca reflejar las transformaciones que sufre la Amazonía a través de la expresión gráfica acerca de las severas consecuencias que produce la urbanización progresiva, el progreso.

Los artistas Dario Oleaga, Ezequiel Taveras, Hulda Guzmán y Julio Valdez presumen en la ciudad de los canales de la “naturaleza y biodiversidad” de su país, con esculturas creadas con plantas y hiedras que recuerdan a una selva natural.

Yamandú Canosa, quien vive en Barcelona desde 1975, abre las puertas de “La casa empática”, un mundo sin fronteras en el que reflexiona sobre la diversidad, el mestizaje y la armonía de las culturas, con la curaduría de David Armengol y Patricia Bentancur. Por otra parte, Jill Mulleady se presenta de manera individual.

Con información de Télam y Efe