El inoculante es desarrollado por una empresa del Reino Unido, que también estudia otra para el dengue. Qué diferencias tiene con las que ya se aplican.
Aún cuando ya existen ocho vacunas Covid-19 aprobadas y aplicadas de manera masiva alrededor del mundo, la carrera por generar mecanismos de inmunidad contra la pandemia sigue avanzando. En ese sentido, un equipo del Reino Unido está experimentando a partir de esa semana con una vacuna de segunda generación que se administrará a través de un parche que se aplica en la piel.
El desarrollo viene siendo llevado a cabo por una empresa de Oxfordshire, que usa células T para matar células infectadas. Su ventaja es que puede ofrecer una inmunidad más duradera que los inoculantes actuales, ya que estas células eliminan a las infectadas de manera casi inmediata, lo que evita la replicación viral y la enfermedad.
La empresa que iniciará la Fase I, Emergex, recibió luz verde de la autoridad regulatoria de medicamentos y vacunas de Suiza. Hará el ensayo en humanos en Lausana en los que participarán 26 personas que recibirán una dosis alta y baja de su vacuna experimental a partir del 3 de enero. Se esperan los resultados provisionales del ensayo para junio.
Se sabe que las vacunas de la primera generación provocan principalmente una respuesta de anticuerpos que puede disminuir con el tiempo. “Esta es la primera vez que un regulador ha aprobado una vacuna contra el COVID-19 para entrar en ensayos clínicos cuyo único propósito es generar una respuesta de células T dirigida en ausencia de una respuesta de anticuerpos”, explicó Robin Cohen, director comercial de la empresa.
Cómo funciona la vacuna parche
Las vacunas de la primera generación provocan principalmente una respuesta de anticuerpos que disminuye con el tiempo, lo que significa que las personas necesitan inyecciones de refuerzo para mantener la protección contra el virus. En cambio, la vacuna de Emergex funciona de manera diferente, al matar las células infectadas rápidamente. Esto significa que podría ofrecer una inmunidad más duradera, posiblemente durante décadas, y también podría ser mejor para combatir las mutaciones del virus, sostuvo Cohen.
Sin embargo, habrá que esperar los resultados que demuestren los beneficios de la vacuna por el parche cutáneo. Danny Altmann, profesor de inmunología en el Imperial College de Londres, manifestó sus dudas sobre una vacuna de células T “pudiera hacer el trabajo por sí sola”. Sugirió que ese tipo de vacuna podría desempeñar un papel complementario, en un enfoque de combinación de diferentes vacunas para las distintas dosis.
La vacuna se administrará a través de un parche cutáneo que contiene microagujas que liberan la inyección en segundos. El profesor Blaise Genton, investigador principal del ensayo del Centro de Atención Primaria y Salud Pública (Unisante) de la Universidad de Lausana, Suiza, comentó: “Aunque las vacunas actuales contra el COVID-19 han logrado avances significativos en la reducción de la mortalidad y la morbilidad, aún quedan retos por resolver, especialmente con el desarrollo de nuevas variantes. Este nuevo y emocionante enfoque científico para el desarrollo de una vacuna contra el SARS-CoV-2 aborda la necesidad de generar una respuesta de células T para provocar una inmunidad a largo plazo. Estamos deseando evaluar los resultados cuando estén disponibles”.