Un nuevo estudio arrojó resultados alentadores sobre su impacto en el rendimiento cognitivo, el estrés y la microbiota.

Se lo asocia más a la picada que a un snack saludable, pero así como las nueces, las almendras y otros frutos secos, el maní tiene beneficios que aportar en el marco de una alimentación sana.

Ahora, un reciente estudio publicado en la revista Clinical Nutrition suma nuevos conocimientos sobre la asociación entre el consumo de maní y efectos positivos en la función cognitiva y la respuesta al estrés en personas jóvenes y sanas.

Rico en energía

El maní es técnicamente una legumbre porque crece en una vaina, pero se lo clasifica como un fruto seco debido a que su concentración de grasas es mayor a la de las leguminosas secas y contiene una menor proporción de proteínas e hidratos de carbono.

Es, además, un alimento que despierta gran interés nutricional porque es rico en ácidos grasos, proteínas, fibra, polifenoles y otros compuestos bioactivos potencialmente beneficiosos para la salud.

El estudio, liderado por Rosa M. Lamuela, directora del INSA-UB y profesora de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona (España), se llevó a cabo con un grupo de 63 personas sanas de entre 19 y 33 años, que incluían una porción regular de productos de maní en su ingesta diaria.

“La mayoría de los estudios de intervención nutricional se han realizado en una población con obesidad, síndrome metabólico o con riesgo de enfermedad metabólica crónica. En esta población que se encuentra en riesgo, es más fácil observar un efecto beneficioso cambiando el patrón alimentario o introduciendo un alimento saludable en su dieta habitual”, argumentó la investigadora respecto de por qué en esta oportunidad se habían enfocado en personas sin problemas de salud.

“En el estudio observamos el efecto beneficioso de la ingesta diaria de productos de maní en la mejora de la función cognitiva y la respuesta al estrés en una población joven y saludable, un grupo en el que cualquier efecto sobre la salud es más difícil de observar”, afirmó Lamuela, integrante del Centro de Investigación Biomédica en Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición Networking (CIBEROBN).

Consumo de maní

El equipo analizó los posibles efectos en la salud del consumo de maní a través de una amplia batería de pruebas cognitivas y analíticas relacionadas con indicadores bioquímicos de la respuesta al estrés (como el cortisol).

Los resultados también revelaron un aumento de los ácidos grasos fecales de cadena corta ─de la microbiota─, además de biomarcadores específicos de este fruto seco, ácidos grasos saturados de cadena larga y ciertos polifenoles, todos ellos compuestos bioactivos relacionados con múltiples beneficios para la salud.

Según las conclusiones del trabajo, los compuestos que podrían contribuir a los efectos sobre la salud descriptos por los investigadores son algunos compuestos bioactivos como el resveratrol y el ácido p-cumárico, así como los ácidos grasos de cadena corta y los ácidos grasos saturados de cadena larga específicos del maní.

Maní y microbiota intestinal

El equipo analizó también si la introducción de productos de maní en una dieta sana podría tener un impacto positivo en el eje microbiota-intestino-cerebro y contribuir así en la prevención de enfermedades futuras.

“En la bibliografía científica existen evidencias sobre la relación bidireccional entre los compuestos fenólicos y la microbiota intestinal. Algunos autores observaron una mejora de la salud cerebral y general tras una intervención rica en polifenoles”, planteó Sara Hurtado, otra de las autoras del trabajo.

“La sustancia prebiótica presente en el maní -como los polifenoles- puede afectar la cognición y el estado de ánimo indirectamente a través de las interacciones con la microbiota intestinal y mejorar así el eje microbiota-intestino-cerebro”, señaló.

Para corroborar estos resultados del estudio nutricional, el equipo incluyó en el estudio un grupo control al que se le suministraba un placebo con una base de aceite de maní y la misma composición de macronutrientes que la crema de maní, pero sin sustancias prebióticas y se observó que no tenía el mismo efecto beneficioso.

“El alto contenido en fibra prebiótica y polifenoles en los maníes podría explicar sus efectos beneficiosos sobre la microbiota intestinal. Debido a su pobre absorción, la fibra y la mayoría de los polifenoles llegan directamente al colon, donde son metabolizados por la microbiota. Posteriormente, pueden modular la bioquímica cerebral como neurotransmisores del sistema nervioso central”, precisó Hurtado.

Y añadió: “Los ácidos grasos de cadena corta -como los ácidos acéticos, propiónico y butíric- son los principales metabolitos producidos por la microbiota intestinal y parecen tener efectos contra varias enfermedades, como por ejemplo la depresión y las enfermedades neurodegenerativas”.

El Grupo de Investigación de Polifenoles Naturales y otros Componentes Bioactivos presentes en los Alimentos que lidera Lamuela se destaca por su trayectoria en el estudio de los polifenoles en muestras de alimentos y biológicas. En futuros trabajos busca profundizar en el estudio de los mecanismos implicados en el eje microbiota-intestino-cerebro derivados del consumo de productos de maní.

El artículo publicado en Clinical Nutrition arrojó resultados prometedores que requieren confirmación en estudios realizados en grupos más amplio de personas.

El trabajo contó con la participación de integrantes del Hospital Clínic de Barcelona y del IDIBAPS. Y está enmarcado dentro del proyecto ARISTOTLE, una iniciativa para analizar los efectos prebióticos y posbióticos del consumo de productos de maní impulsada por The Peanut Institute, en Estados Unidos.

Contó además con el apoyo de empresas vinculadas al sector de la alimentación que no participaron en el diseño experimental ni en el protocolo de investigación del estudio.

Fuente / Clarín