Los seguidores de Carafea dieron un sí rotundo a la 7ma edición de su peña que, en nueva casa y con una cartelera bien federal, inició la noche del viernes 12 de octubre y se despidió muy avanzada la madrugada del sábado en el complejo El Imperio, en Fray Mamerto Esquiú.
Hasta allí llegaron los fans de la banda catamarqueña que acompañan cada uno de sus eventos, sumándose a público de todas las edades, en especial jóvenes, que disfrutan del mix de folklore y música bolichera que, en dosis justas, son un sello de identidad de los encuentros musicales que propone Carafea.
La noche comenzó con tonada -y repertorio- catamarqueño, de la mano del dúo Raza Mía, que desgranó zambas y chacareras mientras el público iba poblando los jardines de El Imperio.
A Federico Miranda le tocó tomar la posta y lo hizo también, guitarra en mano, con una selección de temas que hicieron honor a sus raíces catuchas. Para entonces, los bailarines entraban y salían de la pista que, en esta edición, tenía el suficiente espacio para albergar a todas las almas danzarinas.
Con la animación de Gabriel Guía en conducción y del DJ Lucas Tarulli desde la consola, la noche fue ascendiendo en clima festivalero y ya cuando les tocó el turno a Los Hermanos Rodríguez, otro conjunto catamarqueño que viene pisando fuerte en los escenarios del folklore, la peña era una verdadera fiesta. Zambas, chacareras y hasta una cueca bailaron los danzarines, bajo el mandato de las voces de esta dupla.
Llegados desde Córdoba, los integrantes de Tatacu desplegaron su arte. Nadie puedo resistirse al selecto repertorio de este ensamble musical, en especial, a la magia del violín, ejecutado con maestría por José Rajal, quien desde el escenario valoró el esfuerzo de Carafea por promover estos eventos de gran calidad que les permiten llegar con su música a nuevos escenarios.
Román Ramonda, el versátil artista pampeano, compartió toda su energía con el público de Carafea, regaló un tango y demostró sus dotes de multiinstrumentista, desde el teclado y el acordeón. También sorprendió al público al invitar a compartir escenario a Los Caldenes, consagrado trío pampeano, que desplegó sus voces para compartir una potente versión de “Zamba para olvidar”.
Con la noche bien en alto, llegó el turno de los tucumanos de Taa Huayras. Diego Sosa y Diego Molina eligieron un repertorio compuesto por temas clásicos del folklore y otros de su autoría, como “Soy La Libertad”, con el que celebraron el compromiso y esfuerzo de la banda anfitriona por abrir caminos a través de la música.
Cuando le llegó el turno de subir al escenario a Carafea, ya todos estaban de pie. Los seguidores de la banda catamarqueña acompañaron, coreando y bailando, cada uno de los temas elegidos para coronar esta séptima edición de la peña.
Con la calidad interpretativa de Rafael Salas y la música de Chino Décima, Pablo Reinoso, Enzo Zelarayán y Darío Díaz, los Carafea compartieron zambas y chacareras clásicas de su repertorio y presentaron algunos temas que ya tienen listos para su nuevo disco. La despedida del show, compacto y sin desperdicio, fue a puro baile con sus versiones de “Procura” y “Tranquila”, “Dulce Obsesión”, un clásico de las pistas catamarqueñas.
Los encargados del cierre habían llegado desde Jujuy. Tunay, la banda de folklore joven del momento, se adueñó del escenario y llevó la fiesta hasta el final con carnavalitos, huaynos, cumbias y sus infaltables hits como “No te vayas” y “Y qué pasó?”.
Colores musicales de distintos puntos del país confluyeron en la noche de Carafea para sellar la calidad artística y el poder de convocatoria de uno de los eventos peñeros más lindos de todo el NOA.