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El ámbito de la Educación brindó su homenaje a la Virgen del Valle
“Te pido Madre que asistas con tu ternura y sabiduría a cuantos se ocupan de la educación de niños y jóvenes”, expresó Mons. Urbanc durante la misa de los educadores celebrada anoche.
Ayer, en la cuarta jornada de la novena en honor de la Pura y Limpia Concepción de Valle, rindió su homenaje el ámbito de la Educación estatal, privada y municipal, docentes en actividad y jubilados, Docentes Jubilados Autoconvocados, gremios del sector, Vicaría Diocesana de Educación, Centro Educativo y Cultural Diocesano Virgen del Valle (Ceculd) y la Pastoral de la Educación.
Como cada noche, la ceremonia litúrgica de las 21.00 fue presidida por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, y concelebrada en este día por el Vicario Episcopal de Educación, Pbro. Oscar Tapia; el Rector de la Catedral Basílica y Santuario Mariano, Pbro. Gustavo Flores; y el Pbro. Eugenio Pachado, párroco de Jesús Niño.

Se contó con la participación de la Ministra de Educación, Dra. Andrea Centurión; la Directora provincial de Educación de Gestión Privada y Municipal, Prof. Claudia Madina, entre otros funcionarios del área; representantes legales y directivos de colegios e Institutos de Educación Superior (IES), entre otras autoridades.
Mons. Urbanc comenzó su homilía saludando a quienes trabajan en el ámbito de la Educación, implorando “que la Madre de Dios los fortalezca e ilumine en este delicado y trascendental servicio que prestan en la sociedad”.
A continuación, se refirió al tema de predicación de estas Solemnidades sobre la sinodalidad, propuesta por el Papa Francisco para caminar juntos como Iglesia. En este contexto y meditando las enseñanzas del Evangelio de San Mateo proclamado, que habla de las bases sobre las cuales un hombre sensato y otro insensato construyeron sus casas, señaló: “Muchos creen que, sólo cumpliendo con algunas oraciones o devociones como participar un día de una novena o en una procesión, ya tienen asegurada una suficiente relación con Dios que sustente el edificio de una existencia cristiana sometida a los vendavales seductores de una cultura que muchas veces vive al margen del Evangelio (…) Hay estilos de oración que en lugar de acercarnos a Dios para vivir en Él nos encierran en palabrerías, formalismos y monólogos sin posibilidad de escuchar al que trae la Vida y acoger la fuerza del Espíritu Santo. Construir el edificio de nuestra existencia cristiana requiere escuchar, cumplir, anunciar y enseñar la Palabra del Señor”. Por eso, luego consideró: “Dejamos de escuchar al que tiene Palabras de Vida Eterna para escuchar propuestas falsas que desorientan, enferman y esclavizan”.
