jueves, noviembre 21, 2024
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Adolescente murió en 2006, su cuerpo está intacto y será beatificado

Carlo Acutis falleció a los 15 años por una leucemia. En 2013 se le atribuyó el milagro de sanar a un niño brasileño de una grave enfermedad. Su cuerpo no registra ningún deterioro, y a raíz de los milagros que se le atribuyen será beatificado por el Papa.

Se trata de Carlo Acutis, quien murió hace 14 años a raíz de una leucemia fulminante. En 2018 fue declarado Venerable ya que le fue reconocido el milagro de un niño brasileño que sanó de una grave enfermedad en 2013.

Sus restos descansan en el Santuario del Despojo en Asis, Italia, y en más de una década no ha presentado ningún tipo de deterioro.

El rector del Santuario, el padre Carlos Acácio Gonçalves Ferreira, declaró que “se han hecho trabajos sobre el rostro, y es bonito que por primera vez en la historia se pueda ver a un santo vestido con pantalones jeans, zapatillas deportivas y buzo”.

Acutis será beatificado el próximo sábado 10 de octubre, a las 9 horas de Argentina, en la Basílica papal de San Francisco de Asís.

Vaticinó su muerte en un video

Carlo Acutis mostró su interés por visitar iglesias desde pequeño, pese a que su familia no era practicante. Ayudó a personas desfavorecidas y hasta predijo su propia muerte

Nació el 3 de mayo de 1991, en Londres, ciudad en la que residían sus padres, Antonia Salzano y Andrea Acutis, ambos originarios de Milán.

A los seis meses y tras su bautismo -que ocurrió el 18 de mayo de ese año- se instalaron en Italia, donde este hijo único vivió hasta sus últimos días.

Con apenas tres años y medio, el pequeño le pedía a su madre ir a la iglesia “para saludar a Jesús”, sin antes recoger flores en los parques de Milán para llevárselas a la Virgen.

Con apenas siete años, Carlo le pidió a sus padres que le permitieran tomar la Primera Comunión y así lo hizo. Luego, aseguró que la Eucaristía era su “autopista hacia el Cielo”.

El joven pertenecía a una familia de muy buen nivel económico y, desde su infancia, se preocupó permanentemente por ayudar a las personas más desfavorecidas.

Volvía de la escuela, jugaba con sus amigos y pasaba tiempo con su familia, pero luego salía a repartir comida entre las personas que vivían en la calle. A diario, asistía a misa y rezaba el rosario.

Se hizo conocido como “el ciberapóstol de la Eucaristía”, ya que se dedicó al catecismo de manera presencial y de modo virtual, llegando así al corazón de muchos niños y jóvenes, a la vez que desarrollaba su pasión por el mundo de la informática.

Carlo solía decir que le gustaba “vivir como un original, para no morir como una fotocopia” y que la única mujer de su vida era la Virgen María. A los 14 años, realizó una exposición -que recorrió los cinco continentes- sobre los milagros eucarísticos en el mundo, con una recopilación de 136 hechos.

Un ejemplo a seguir para los jóvenes

El Papa Francisco lo mencionó como un ejemplo a seguir para los jóvenes y como un modelo de santidad de la era digital, cuando se refirió al buen uso que se le puede dar a los nuevos canales de comunicación.

Hoy, una cámara enfoca de manera permanente su tumba ubicada en Asís, donde estará visible hasta unos días después de su beatificación.

Tres meses antes de fallecer, predijo su propia muerte y el momento quedó inmortalizado en un video grabado por él mismo, donde se lo puede ver anunciando su triste final pero con una sonrisa en sus labios.

A principios de octubre de 2006, comenzó a sentirse muy mal y fue hospitalizado de urgencia. Apenas entró al centro médico, miró a su madre y le dijo: “De aquí, no salgo más”. Fue diagnosticado de leucemia mieloide aguda, en su grado más agresivo.

“Ofrezco al Señor los sufrimientos que tendré que padecer por el Papa y por la Iglesia, para no tener que estar en el Purgatorio y poder ir directo al Cielo”, dijo unos días antes de su muerte, que ocurrió el 12 de octubre de 2006, en Monza, Italia.

Unos días después del fallecimiento, Antonia se despertó con un video que se reproducía de la computadora de su hijo. “Cuando pese 70 kilos, estoy destinado a morir”, decía. Y su anticipo se cumplió, ya que ese era su peso cuando su vida se apagó para siempre.

En 2010, Antonia -que en ese entonces tenía 43 años- dio a luz a los mellizos Francesca y Michele. La noticia no fue una sorpresa para ella, ya que Carlo se lo había vaticinado tres años antes de morir.

El milagro de Carlo

El 12 de octubre de 2013, justo el día en que se cumplía el séptimo aniversario de su muerte, se produjo el milagro por el que ahora será beatificado.

Un niño brasileño que padecía de páncreas anular, una enfermedad irreversible y mortal, asistió junto a su abuelo a una misa en la capilla de Nuestra Señora Aparecida, ubicada en Campo Grande de Mato Grosso del Sur.

Su estado de gravedad era tal que no podía dejar de vomitar y se limpiaba permanentemente con una toalla. Apenas podía mantenerse en pie.

Durante la ceremonia, se exhibió una reliquia de Carlo -un pequeño trozo de tela de su ropa- y el pequeño le preguntó a su abuelo qué debía hacer.

El hombre le respondió que pidiera “dejar de vomitar” y su nieto repitió esas palabras. Desde entonces, nunca más volvió a hacerlo y los médicos aseguran que se curó por completo.

Sanó totalmente

Sus estudios clínicos muestran que se sanó totalmente y su páncreas se convirtió en un órgano normal, a pesar de que el cuadro severo que padecía lo llevaría a una muerte pronta y segura.

Ese mismo año en que ocurrió la sanación del niño, se inició el proceso de canonización en la Arquidiócesis de Milán. El 5 de julio de 2018, el Papa Francisco declaró a Carlo Acutis como Venerable Siervo de Dios. El 21 de febrero de 2020, el Sumo Pontífice aprobó el milagro que se le atribuye por el chico de Brasil y por el cual será beatificado.

El adolescente yace vestido con jeans, zapatillas, una campera deportiva y lleva un rosario en sus manos. El cuerpo permanece íntegro e incorrupto, a pesar de los casi 14 años que pasaron después de su deceso.

El próximo sábado 10 de octubre a las 16 horas, se llevará a cabo la ceremonia en Asís, que estaba prevista para los primeros meses del año, pero que tuvo que ser aplazada por la pandemia.

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