Durante la tarde del jueves 13 de junio se llevaron a cabo los actos de cierre de las fiestas patronales en honor de San Antonio de Padua en la parroquia que lo venera como patrono en la ciudad capital.
Pasadas las 18.00, desde el templo parroquial ubicado en la intersección de calles Almagro y Tucumán, se inició la procesión portando las imágenes de San Antonio de Padua y del Beato Mamerto Esquiú. La misma fue encabezada por el párroco, presbítero Ángel Nieva, acompañado por fray Raúl Orlando Piazza, de la comunidad franciscana local, y un buen número de fieles y devotos.
En el trayecto, que comprendió calle Almagro, avenida Italia, el Parque Lineal pasando 9 de Julio, luego sede parroquial, se rezaron los misterios del Santo Rosario y se entonaron alegres canciones. Algunos vecinos colocaron altares para honrar al santo patrono. El tañido de las campanas anunciaba el arribo de las sagradas imágenes al templo parroquial, donde luego se celebró la Santa Misa.
En su homilía, el padre Nieva agradeció a los fieles la posibilidad de “orar juntos por nuestro amado patrono, que en tantas partes como nosotros hoy lo están celebrando, y cantar eternamente la misericordia de Dios”, expresó.
Luego reflexionó sobre la Palabra de Dios: “El Reino de Dios está cerca, por el misterio de la Encarnación, Dios se hizo uno de nosotros, por eso el gran predicador que ha sido San Antonio tiene en sus brazos al Niño Dios que está sentado sobre la Palabra de Dios, que se ha hecho carne. ‘El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros’, esa es la cercanía más grande que Dios nos da. Y esa cercanía la estamos celebrando en la Eucaristía que Él instituyó para estar cerca nuestro hoy”.
En otro tramo de su predicación compartió un sermón del santo patrono en el que expresa: “El que está lleno del Espíritu Santo habla diversas lenguas, estas diversas lenguas son los diversos testimonios que da de Cristo, como por ejemplo la humildad, la pobreza, la paciencia y la obediencia, que son las palabras con que hablamos cuando los demás pueden verlas reflejadas en nuestra conducta”.
En este sentido, San Antonio afirma en su sermón que “La palabra tiene una fuerza cuando va a acompañada de las obras. Cesen por favor las palabras, sean las obras quienes hablen. Estamos repletos de palabras, pero vacíos de obras… La norma del predicador es poner por obra lo que predica. En vano se esfuerza por propagar la doctrina cristiana el que las contradice con sus obras”.
Luego de la bendición final, los fieles tomaron gracia de la reliquia del santo y recibieron un pañuelo con su imagen.
Finalmente, los presentes compartieron un rico locro preparado por la comunidad parroquial.