El Papa Francisco condenó este lunes los casos de abusos sexuales dentro de la Iglesia católica después de la publicación hace sólo unos días de un informe judicial de la Corte Suprema de Pensilvania, en Estados Unidos, que documenta las agresiones sexuales cometidas por 300 sacerdotes a al menos 1.000 niños durante los últimos 70 años. En una carta abierta dirigida a todos los católicos del mundo, el Pontífice pronuncia un ‘mea culpa’ y admite que la Iglesia ignoró o silenció los abusos durante mucho tiempo: “Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”.
Dolor, vergüenza, arrepentimiento, impotencia… son algunas de las palabras con las que el papa Francisco se refiere a las acusaciones de abusos sexuales por parte de sacerdotes católicos que han sacudido la Iglesia no sólo en Estados Unidos sino también en países como Chile, Australia o Irlanda, donde algunas víctimas están preparando movilizaciones de protesta contra la visita del Pontífice el próximo fin de semana con motivo del X Encuentro Mundial de las Familias.
“Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños”, escribe el Pontífice en la carta de tres folios, donde insiste en la necesidad de generar una “cultura” que prevenga los abusos y los encubrimientos.
En la carta, el Papa Francisco se refiere al informe sobre los abusos cometidos durante los últimos 70 años en seis diócesis de Pensilvania. Y aunque subraya que la mayoría de los casos corresponden al pasado, reconoce que “el dolor de muchas de las víctimas” y “las heridas nunca prescriben”, escribe el Pontífice. “El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad”.
El Vaticano expresó la semana pasada su “vergüenza y dolor” tras la revelación de abusos sexuales en Pensilvania durante décadas. La Santa Sede hizo pública su “inequívoca” condena a través del director y portavoz de la Oficina de Prensa, Greg Burke, y describió como “penal y moralmente reprobables” esos actos. Pero el Papa Francisco dio este lunes un paso más.
En el texto, el Pontífice se refiere a los abusos como un crimen, no sólo como un pecado, y subraya que es necesario que los responsables de esas “atrocidades”, incluidos aquellos que los encubrieron, rindan cuentas. “Si en el pasado la omisión pudo convertirse en una forma de respuesta -escribe Bergoglio en la carta–, hoy queremos que la solidaridad (…) se convierta en nuestro modo de hacer la historia presente y futura”. Y reclama denunciar y luchar contra todo tipo de corrupción, “especialmente la espiritual” y unir esfuerzos para “erradicar esta cultura de muerte”.
El Papa Francisco hizo también un llamamiento a la Iglesia católica para “promover una cultura que no sólo asegure que tales situaciones no se reproduzcan, sino que no puedan encontrarse con el terreno propicio para ocultarse y perpetuarse”. No obstante, es consciente de que todos los esfuerzos nunca serán suficientes para reparar el daño hecho a las víctimas, por eso pide a todos los creyentes que luchen contra esta lacra a través de la oración y la penitencia.
La carta fue hecha pública este lunes, apenas cinco días antes de que el Papa Francisco viaje a Irlanda para celebrar el X Encuentro Mundial de las Familias. Una cita que, al igual que ocurrió a principios de año durante su viaje a Chile, podría verse empañada por las heridas aún abiertas en la Iglesia católica irlandesa.
En 2010 un informe judicial desveló los abusos cometidos por centenares de sacerdotes contra menores durante más de 30 años, con la protección de las autoridades eclesiásticas y estatales. Un escándalo que sacudió el pontificado de Benedicto XVI. Algunas de esas víctimas están organizando una manifestación durante la visita de Francisco. Una protesta a la que se unió en las últimas horas el arzobispo de Dublín, Diarmuid Martin, que instó al Pontífice a hablar “abiertamente y con franqueza” durante su visita al país. Durante su homilía este domingo, Martin denunció que “no basta con decir simplemente ‘lo siento’. Las estructuras que permitieron o facilitaron el abuso deben ser analizadas y destruidas para siempre”.