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El progreso tecnológico no estaría cuidando la privacidad
Sitios web, aplicaciones, servicios, etc. solicitan acceso a información personal con el argumento de ofrecer una “mejor experiencia”.
Como parte de la navegación en sitios web, uno de los aspectos clave a tener en cuenta es la privacidad y el anonimato.
Que los usuarios tengan el control de la información que entregan a las compañías de redes sociales y otras plataformas de servicios por internet es un tema recurrente para expertos en ciberseguridad.
Sin embargo, entre expertos parece haber una diferencia sobre lo que se considera como privacidad pues en estos casos, el consentimiento de los usuarios y el entendimiento que ellos deben tener sobre el uso que se le da a su información es un aspecto básico.
En la actualidad, muchos de los servicios en aplicaciones y páginas web pueden obtener información sobre la ubicación, contactos, correo electrónico, uso del celular, etc. por motivos relacionados con “brindar una mejor calidad de servicio”.
Aún cuando las plataformas solicitan acceso a estos datos y los usuarios se pueden denegar, el qué ocurre después con ellos es lo que podría generar preocupación.
Por ejemplo, durante el año 2020, el Instituto de Investigación de Software de la Universidad Carnegie Mellon implementó sensores de detección de en un edificio con el objetivo de crear una red de internet de las cosas en el que se puedan regular luces, termostatos, televisores, entre otros, a partir de la detección de una presencia humana en un espacio.
Pese a que la intención fue buena para quienes desarrollaron estos sensores inteligentes, la realidad fue que los estudiantes que tenían actividades en ese edificio se posicionaron en contra de esta implementación. El argumento: sintieron que la información que recogían estos dispositivos los podría someter a vigilancia sin su consentimiento.
Otro de los motivos era porque los alumnos de la institución consideraron que este tipo de uso para los sensores de detección abriría la puerta para que otras instituciones imiten la propuesta y se puedan realizar funciones de seguimiento en otros espacios más allá del educativo, como en el trabajo. La comercialización de estos productos podría abrir paso a su implementación en edificios inteligentes y al mismo tiempo ser usados como un medio de control.
Para el profesor de la Universidad Carnegie Mellon, Yuvraj Agarwal, una posible solución al problema es que se construyan “sistemas de privacidad y seguridad primero. Asegurarnos de que los usuarios confíen en estos sistemas y comprendan la clara propuesta de valor”. En otras palabra, informar y educar sobre los beneficios y ser transparentes sobre el uso de la información.
En este contexto, los puntos positivos deberían compensar los negativos, entre los que se encuentra la recopilación de datos, para que se pueda considerar que los usuarios no están siendo vigilados sin su consentimiento y de forma encubierta, sino que se les está ofreciendo un servicio real dirigido a la mejora de sus actividades cotidianas.
De igual forma, en las aplicaciones también debe tenerse en cuenta que los desarrolladores de estas plataformas (en su mayoría gratuitas) tienen que ofrecer funciones que tengan relación con la cantidad de información que solicitan de cada dispositivo y el tipo de datos que desea recoger.
Las aplicaciones maliciosas, por ejemplo, que violan la privacidad de forma deliberada, suelen camuflarse como programas que prometen un servicio que podría ser considerado sencillo, como por ejemplo una linterna, pero a cambio solicitan acceso a la cámara, micrófono, ubicación, contactos, SMS, entre otros.
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Fuente / Infobae