Cada año se suicida casi un millón de personas en todo el mundo. Cada 40 segundos alguien se quita la vida y ésa constituye una de las 20 causas de defunción más importantes a todas las edades a nivel mundial. Las cifras van en aumento y las estimaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que por cada adulto que se suicidó, posiblemente otros 20 intentaron quitarse la vida. Y en 2020 las víctimas podrían ascender a 1,5 millones.
El suicidio constituye un problema grave de salud pública y -al mismo tiempo- en gran medida prevenible, que provoca casi la mitad de todas las muertes violentas, además de unos costos económicos cifrados en miles de millones de dólares, según señaló el organismo.
En el Día mundial para la prevención del suicidio, Infobae quiso ahondar más allá de los números y entender las causas que llevan a alguien a tomar tal determinación y cómo el entorno de una persona que atraviesa una crisis emocional es elemental para intentar torcer esa voluntad.
El suicidio es un trágico problema de salud pública en todo el mundo
“El suicidio no es un incomprensible salto desde el vacío: los suicidas le dan a la gente que los rodea suficientes avisos y margen para intervenir”, asegura la OMS en uno de los tantos documentos que emitió a fines de prevenir este fenómeno.
“Cada suicidio supone la devastación emocional, social y económica de numerosos familiares y amigos. Es un trágico problema de salud pública en todo el mundo. Se producen más muertes por suicidio que por la suma de homicidios y guerras.
Es necesario adoptar con urgencia en todo el mundo medidas coordinadas y más enérgicas para evitar ese número innecesario de víctimas”. La afirmación corresponde a la rusa Svetlana Akselrod, subdirectora general de Enfermedades no transmisibles y salud mental de la OMS.
Pero ¿por qué se suicida la gente?, la doctora en Psicología Diana Altavilla prefirió hablar de “factores que predisponen al riesgo de suicidio” más que de causas, y señaló a la vulnerabilidad psicosocial como el principal de ellos, al tiempo que remarcó que se trata de un problema “multicausal” y que “debe presentarse más de un factor para que alguien piense seriamente en suicidarse”.
En ese sentido, señaló que “sufrir una pérdida reciente impactante, estar en situación de desvalimiento social, tener proximidad con un acontecimiento de suicidio o intento de suicidio (reciente o anterior)” son algunos de los motivos que predisponen a una persona a pensar en el suicidio como la única alternativa ante todo lo que la aqueja.
El suicidio es una situación colateral; alguien se quiere morir porque no quiere sufrir más, elige lo que cree que es un mal menor, sin contemplar otras opciones
“Cualquier impacto muy relevante en la vida de una persona sacude el núcleo de su defensa psíquica, se ve vulnerado, y lo riesgoso es que en pos de querer aplacar el dolor emocional a veces predispone al riesgo suicida -consideró la integrante de la Asociación internacional para la prevención del suicidio (IASP)-. El suicidio es una situación colateral; alguien se quiere morir porque no quiere sufrir más, elige lo que cree que es un mal menor, sin contemplar otras opciones”.
Y tras asegurar que el suicida nunca ve “la segura e infinita cantidad de recursos individuales o colectivos que tiene para salir de eso que lo aqueja”, la presidente del capítulo sobre Suicidio y Prevención de la Asociación Argentina de Salud Mental (AASM) remarcó que “si se implican, las personas cercanas van a hacer una red de amparo fundamental”. “Es elemental que las personas cercanas, sean amigos o familiares no se dispersen, se comuniquen, se apoyen, se suplanten para acompañar si es necesario”, recomendó.
Consultada sobre la popular frase que asegura que “el que lo dice no lo hace”, Altavilla refutó: “El suicida siempre avisa; lo dice de alguna manera durante mucho tiempo e incluso en los meses previos recurre a profesionales de la salud para tratar el tema”.
“Muchas veces la persona se atiende en la emergencia y después no continúa un tratamiento psicológico”, destacó la experta, para quien “además de atender el estado de desequilibrio se debe seguir con terapia, asesoría familiar y a veces terapia medicamentosa”. En los casos que son así tratados, “es muy alto el porcentaje de personas que se recuperan”, enfatizó.
Altavilla indicó que “está comprobado que después un primer intento de suicidio, el 30% de las personas tiene chances de hacer un nuevo intento en los meses siguientes; mientras que tras ese segundo intento, un 60% realizaría un tercero, en el que probablemente logre su cometido”.
“La persona se siente invisibilizada socialmente si esos intentos no fueron atendidos -reforzó la especialista-. Cuando se trabaja en reconstruir la red de lazos, se favorece una vida social más sana, la persona tendrá un lugar donde hablar y su vida se proyectará en otro sentido que no sea el dolor y la muerte”.
Antes del intento hay avisos que evidencian los pasos de un proceso suicida
Para Altavilla, “antes del intento hay avisos que evidencian los pasos de un proceso suicida”. Y enumeró “el desgano por la vida, coqueteo con la muerte (conducir a alta velocidad, beber alcohol en exceso, etc) y si ve que esas actitudes no cambian nada ni en él ni en su entorno podrá decir frases como que no vale la pena vivir”.
“Ante signos de vulnerabilidad como desesperanza, pena extrema, desgano, apatía y desesperación, que denotan que a esa persona se le están acabando los recursos personales para resolver su problema, el factor más importante es ayudar a esa persona a pensar en su vida con serenidad”, apuntó la experta.
Y pese a que “lo ideal es el tratamiento psicológico”, cuando no existe esa posibilidad “toda proximidad afectiva adecuada será lo mejor para que se recupere”. “Lo importante es que las personas del entorno, las más apropiadas o las que sientan que puedan colaborar puedan escuchar y ayudar en lo que esa persona pida”, recalcó la especialista, para quien “la recuperación tiene que ver con la presencia de los que están alrededor como primer paso, previo a la ayuda profesional, y durante todo el proceso de tratamiento”.
Sobre cuáles cree que son los principales obstáculos para la prevención del suicidio, Altavilla señaló a la “invisibilización social” como el principal. “Nadie quiere meterse con lo que es grave, sin embargo, implicarse con respeto y cuidado son los mejores criterios para la prevención”.
“Cuando se visibiliza un riesgo, baja”, aseguró Altavilla, para celebrar la efeméride como “oportunidad para tomar conciencia de que nos tenemos unos a otros”. “Aún cuando alguien piense que no puede ayudar a nadie, hacer lo que esté a su alcance para que ese ser querido llegue al profesional indicado y resuelva su angustia será la mejor ayuda”, finalizó.
Recuerde: si conoce a alguna persona que podría estar pensando en suicidarse, hable con ella al respecto. Escúchela con actitud abierta, ofrézcale su apoyo y recurra siempre a un profesional capacitado en salud mental.
Fuente: Infobae