El polémico ex primer ministro italiano y magnate de los medios estaba internado en un hospital donde era atendido por complicaciones derivadas de una leucemia mielomonocítica crónica.
Este lunes murió el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi en el hospital San Raffaele, donde estaba ingresado desde el viernes pasado tras sufrir problemas de salud relacionados a la leucemia que padecía hace tiempo y que se intensificaron durante el fin de semana. Aunque en ocasiones anteriores se habían reportado crisis similares, siempre había logrado recuperarse tras algunas jornadas de cuidados médicos intensivos, pero esta vez la situación se agravó y se precipitó el desenlace. Al centro de salud llegaron poco después del deceso su su hermano, Paolo Berlusconi, y minutos más tarde sus hijos Marina, Eleonora, Barbara y Pier Silvio.
Empresario de la construcción, magnate de las telecomunicaciones, presidente más exitoso del fútbol italiano, primer ministro con el récord de permanencia en el cargo. Odiado y amado por igual. Admirado y temido. Genial hombre de negocios para algunos, criminal con vínculos con la mafia para otros. Silvio Berlusconi fue todo esto y mucho más: el hombre que dividió a los italianos como nadie hizo en más de 70 años de vida republicana.
Berlusconi, de 86 años, había sido hospitalizado el viernes para someterse a una serie de controles “programados” por su leucemia. Tres semanas antes había recibido el alta luego de pasar 44 días ingresado por una pulmonía.
El ex Cavaliere fue un personaje multifacético que en el ocaso de su vida pasó a jugar el papel del líder sabio, el moderado capaz de frenar los arrebatos autoritarios de sus herederos políticos Giorgia Meloni y Matteo Salvini. Casi un padre de la Patria, elogiado y respetado incluso por sus adversarios históricos. Un giro sorprendente para quien supo ser un populista de manual, un Trump ante litteram.
Nacido en Milán el 29 de septiembre de 1936 en una familia de clase media, sobre su escandalosa vida se ha escrito de todo.