El terrible hecho conmovió a la ciudad de Lanús, donde –según los padres de Julieta– no habría sido diagnosticada a tiempo. “Si tienen hijos chiquitos y ven unos granitos raros en su cuerpo, vayan a ver qué está pasando”, alertó la familia.
El 26 de mayo pasado, Cintya Fonteina recibió el resultado del hisopado que le habían hecho en una Unidad de Pronta Atención (UPA) de Lanús: positivo de coronavirus. Así, toda su familia fue considerada como contagiada: su esposo Daniel Arias y sus hijas Julieta, de 8 años, y Selena, de 16.
Antes que terminara ese mes, el hombre y la mayor de las hijas comenzaron con síntomas indicadores de COVID-19. Julieta, la menor, no presentó síntomas mientras la familia entera permaneció aislada y fue dada de alta.
Días más tarde, a la menor de las nenas le salió un sarpullido y el pediatra consideró que se trataba de un sarpullido, por lo que recomendó a los padres aplicarle una crema; el sarpullido terminó desapareciendo. “Quedamos como que era una erupción, un estado alérgico y se fue“, relató la madre.
Pero semanas después, Julieta comenzó con malestar gastrointestinal y fiebre muy alta, por lo que volvieron a recurrir al médico. El 28 de junio fueron al Hospital Evita de Lanús; le hicieron un hisopado y una radiografía de tórax: “Tenía como un puntito de una neumonía, que si no se le trataba que se podía agravar y hacer más grande”, contó la madre. Le indicaron amoxicilina.
El medicamento le provocó vómitos y la familia recurrió al mismo nosocomio. A la nena le tomaron muestras de sangre y orina, mientras su estado se complicaba con diarrea y vómitos. Con el transcurrir de las horas volvió a aparecer la erupción en la piel. “Eso es Covid”, confirmaron los médicos.
Julieta quedó internada. “Mami, no puedo respirar”, se quejaba la menos a su madre. La pasaron a terapia intermedia y le diagnosticaron neumonía. “Vino el neumólogo y me dijo: ‘Tenemos que intubar a tu hija‘. El oxígeno no servía, tenía mucha taquicardia y no le bajaba la temperatura “, narró la madre, quien se despidió de su hija antes de que la pusieran en coma farmacológico.
A las 6 de la mañana del viernes 9 de julio, Daniel recibió un llamado del hospital en el que les dijeron que la nena tenía un cuadro “muy severo” y “no toleraba la medicación”. Les pidieron que se quedaran cerca…
“A las 11 me volvieron a llamar para decirme que Julieta tuvo un paro cerebral y que era irreversible, que había que esperar que su corazón dejara de latir. Fue un balde de agua fría. Ya eso nos desestabilizó a todos acá”, recordó la dolida madre. Una hora después, aun sin tener comorbilidades previas, Julieta fallecía con apenas 8 años.
“Si tienen hijos chiquitos y ven unos granitos raros en su cuerpo, vayan a ver qué está pasando. El sarpullido es un síntoma y nosotros nos venimos a enterar ahora. El médico de cabecera debería habernos dicho, más sabiendo que tuvimos coronavirus“, alertó la familia.
Fuente / Minuto Uno