Cuáles son los beneficios de llevar una dieta vegana y libre de gluten

La conciencia se viene expandiendo en la última década, no sólo en aquellas personas que por una cuestión ética o filosófica eligen no consumir productos de origen animal, sino también porque cada vez hay más estudios e información disponible sobre lo que contienen los alimentos. Además, el mercado está respondiendo ante estas inquietudes con opciones que permiten ampliar el horizonte de elecciones.

Hay muchas personas que sin ser celiacas perciben una gran diferencia al moderar o quitar el consumo de gluten de sus elecciones cotidianas. Hoy en día, hay más curiosidad por probar, conocer diferentes propuestas, experimentar otros sabores, escuchar el cuerpo y registrar cuando el cuerpo se siente mejor al consumir determinados alimentos.


“Creo que en el consumo de cualquier cosa hay tendencias, modas, verdades y post verdades que se instalan desde afuera del ser humano, pero en este caso lo que comemos nos diferencia o nos iguala a un otro”. La observación corresponde a la licenciada en Nutrición Andrea Precenti (MN 2541), quien en diálogo con Infobae señaló que “llevar una dieta sin gluten hoy es algo posible, accesible pero caro” y que “una de sus ventajas es que si se sacan las harinas se tendría una mejor digestión, siempre y cuando la combinación de los alimentos que componen la dieta sea balanceada y no se abuse de otras harinas que no contienen gluten”.

El veganismo no pasa por una cuestión de salud sino por una elección de vida, en la que se aplica el no consumir productos de origen animal y abarca no sólo los alimentos.
En esa línea, sin llegar a ser veganos (quizá ni siquiera vegetarianos) cada vez son más quienes deciden abandonar los lácteos.

“Los alimentos no son buenos o malos, algunos son más nutritivos y saludables que otros o algunos son más digeribles que otros. Hay personas que consumen lácteos y no les genera ningún malestar, otros en cambio se distienden, tienen alergias eruptivas o presentan intolerancia a la lactosa. Lo mismo con las harinas, por eso es una buena alternativa que cada vez haya más opciones para poder elegir y contar con propuestas, sobre todo si son nutritivas”, consideró la licenciada en Nutrición María Paula Del Barba (MN 7656). Y agregó: “Hoy en día, por ejemplo, los lácteos como la leche de vaca son cada vez menos imprescindibles en nuestra alimentación, si bien el calcio es muy importante, no es la única fuente con la que se puede contar para conseguirlo”.

Sobre cuáles son las fuentes de calcio en quienes no consumen lácteos, la asesora de Haulani, helados y yogures a base de leche de coco y leche de almendras, señaló que “principalmente se encuentra en algas, tofu (queso de origen vegetal), verduras de hojas verdes, en el brócoli, en las frutas secas (principalmente en las almendras, también en la leche de almendras) y en las semillas (especialmente en las de sésamo y amapola, que para poder extraer sus nutrientes se recomienda activarlas poniéndolas en remojo con agua entre seis y 12 horas antes de consumirlas y luego triturarlas o molerlas)”.

“Otra opción interesante sobre todo para hacer colaciones, son las frutas deshidratadas, los higos tienen buen aporte de calcio y por último las naranjas y el kiwi que en menor medida se suman a la lista”, remarcó.

En el mismo sentido, Precenti reconoció que si bien “los lácteos son fuente de calcio, no es la única”. “Se puede prescindir de ellos y consumir desde semillas de sésamo, leche de sésamo, tahine (manteca de sésamo), almendras, garbanzos, algas (hiziki, wakame, kombu, agar agar, nori), higos, perejil, brócoli, espinacas, kale, amaranto, quinoa y salvado de trigo, entre los que más contienen del reino vegetal”.

Y tras resumir que “entre los principales problemas que se encuentran en el consumo de lácteos están las alergias, la intolerancia a la lactosa y el aumento de secreciones bronquiales, que generan más mucosidad”, la especialista destacó que “en el caso del cáncer es aconsejable no consumirlos”.

La médica especialista en nutrición y directora del centro de endocrinología y nutrición Crenyf, Virginia Busnelli (MN 110351) puso la lupa sobre estas nuevas tendencias al considerar que “el exceso de información en las redes sociales y en internet muchas veces puede confundir, en lugar de clarificar, cuando las búsquedas no son científicas y las fuentes no son confiables”.
“Además, con la intención del descenso de peso, algunas personas recurren a la evitar grupos completos de alimentos como estrategia para disminuir el aporte de calorías, muchas veces con aporte deficitario de determinados nutrientes por la restricción”, amplió.

En tanto, sobre si se trata de una moda o una real toma de conciencia sobre la alimentación sana, Precenti opinó que “el tiempo va a develar este interrogante”. “Veo una mayor demanda de las nuevas generaciones por saber qué comen, dónde conseguir verdura agroecológica u orgánica, muchas ferias que movilizan a muchos, creo que lo importante es experimentar el cambio de hábitos y entonces ahí, cuando lo sentís los cambios en el cuerpo, comparás y entonces decidís qué hacer, la cabeza muchas veces nos engaña, el cuerpo no”, analizó.

Busnelli observó que “la toma de conciencia sobre una alimentación saludable no restringe grupos de alimentos de forma temporaria, sino que apunta a hacer cambios en el estilo de vida que sean definitivos”. “Todo nuevo aprendizaje requiere de asesoramiento adecuado y la decisión de un cambio de hábitos muchas veces requiere de acompañamiento y motivación”, sostuvo.

Del Barba, mientras, prefirió no hablar de “moda”. Para ella “es un movimiento muy interesante que viene gestándose hace ya más de una década. Es una nueva propuesta que conlleva un todo; la toma de conciencia sobre el cuerpo, la gestión de las emociones y los pensamientos, eso mismo es tan saludable como la elección de buenos nutrientes”.

“La oportunidad de probar cosas nuevas, diferentes, experimentar otros sabores, consistencias y ampliar la capacidad de percepción es muy sano”.

Durante mucho tiempo la industria alimenticia se encargó de ofrecer productos altamente adictivos, esos que a los cinco sentidos resultaban muy tentadores; por ejemplo la comida fast food, o alimentos extremadamente azucarados, salados y grasosos. “Estas opciones por el momento perduran, pero es fantástico que otros productos más saludables y naturales lleguen para quedarse. En la actualidad el concepto fast food, o comida al paso, está empezando a integrar alimentos más nutritivos. Y si alimentarse con comidas más saludables se pone de moda, ¡bienvenida esa moda entonces! Por algún escalón se empieza”, finalizó.