Los egipcios votaban este sábado en referéndum sobre una reforma constitucional que alarga dos años el actual mandato del presidente Abdel Fatah Al Sisi, un ex militar que se presenta como la garantía de estabilidad en una región turbulenta.

Los 13.000 colegios electorales en todo el país, decorados con los colores patrios y fuertemente custodiados por militares y policías, abrieron a las 09:00 locales (07:00 GMT) y cerrarán el lunes por la noche.

Unos 62 millones de egipcios, de una población total de alrededor de 100 millones, están habilitados para votar.

Al Sisi votó en la apertura de los colegios electorales, según imágenes difundidas por la televisión estatal.

Mohamed Abdel Salam, un elector cairota de 45 años, votó sí. “El mandato presidencial me importa poco, siempre y cuando (el presidente) sea útil y cumpla su papel… y Sisi ha hecho mucho”, declaró a la AFP.

Un poco más allá, un votante treintañero que acudió a las urnas con unos colegas prefirió guardar el anonimato. “Somos trabajadores de una empresa, nos pidieron que fuéramos a votar”, dijo.

Los resultados se conocerán dentro de unos días, pero se da por sentado que Al Sisi obtendrá un apoyo masivo.

La ONG estadounidense Human Rights Watch afirmó este sábado que las enmiendas constitucionales “consolidarán el poder autoritario” en Egipto.

A pesar de las protestas por parte de entidades defensoras de los derechos humanos, el referéndum de tres días debe abrir también las puertas para que Al Sisi opte a un tercer mandato presidencial.

Ya en las últimas semanas las calles de El Cairo y otras grandes ciudades del país aparecieron adornadas con pancartas pidiendo el “sí” a la revisión de la Constitución de 2014, que hasta ahora limita a dos el número de mandatos presidenciales, de cuatro años cada uno.

El martes, el Parlamento egipcio aprobó con mayoría aplastante (531 de los 554 votos) las enmiendas constitucionales que están siendo sometidas a referéndum, incluida la que extiende el actual mandato.

Al Sisi fue elegido por primera vez, con el 96,9% de los votos, en 2014, un año después de haber derrocado el gobierno del islamista Mohamed Mursi, de quien era ministro de Defensa.

Su reelección, en marzo de 2018, con el 97,08% de los votos, se llevó a cabo en una contienda con un rival anecdótico y previo arresto de los dirigentes que podían hacerle sombra.

La nueva normativa sometida a referéndum permitirá ampliar el actual mandato de Al Sisi de cuatro a seis años, haciendo de esa forma que termine en 2024. Pero el jefe de Estado podría presentarse en 2024 a un tercer mandato, con la posibilidad de permanecer en el poder hasta 2030.

Además, la revisión constitucional fortalecería el control del poder judicial por parte del poder ejecutivo, e institucionalizaría el rol político de las Fuerzas Armadas, pilar del régimen.

Otra de las reformas prevé el restablecimiento de un Parlamento de dos cámaras, con la creación de un Senado, eliminado desde 2012.

La oposición denuncia la reforma constitucional, y acusa Al Sisi de graves violaciones de derechos humanos, con casos de tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones, detención de opositores y censura de la prensa.

Un grupo de ONG egipcias que defiende los derechos humanos apuntó esta semana que “el clima” político no permite celebrar un referéndum constitucional “con garantías mínimas de imparcialidad y equidad”.

En el Parlamento, la diminuta alianza de oposición -el bloque “25-30”- que cuenta con menos de una veintena de legisladores, llamó a los egipcios a rechazar la revisión de la Constitución.

De cualquier forma, la oposición a la reforma se limita casi exclusivamente a las redes sociales.

Para tapar las tímidas voces por el no en el referendo, el gobierno bloqueó más de 30.000 dominios de internet, para impedir la circulación de mensajes contrarios a la reforma constitucional.

En un documento publicado el jueves, el centro de análisis de seguridad Soufan apuntó que las reformas constitucionales “van a reforzar el control de Al Sisi sobre el régimen político egipcio”.

“Apenas hay algo de oposición pública a los cambios constitucionales, probablemente como resultado de la naturaleza opresiva del gobierno”, señaló el centro de estudios.

Este proceso de consolidación del poder en Egipto, el país más poblado del mundo árabe, ocurre mientras los vecinos Sudán y Argelia viven movimientos de protestas populares que derribaron a sus jefes de Estado.

Omar al Bashir, que ostentaba el poder en Sudán desde 1989, fue derrocado el 11 de abril. En Argelia, Abdelaziz Buteflika, al mando desde 1999, fue forzado a renunciar el 2 de abril.

Bassem Aboualabass y Farid Farid para AFP