A Sebastián Rearte, de 39 años, los asesinaron en Tucumán hace dos años y en el juicio se descubrió que fue todo una emboscada.
A Sebastián Rearte lo mataron a sangre fría. En un principio, los señalados por el crimen eran un grupo de motochorros, que lo interceptaron en el momento en que se disponía a concretar la compra-venta de un auto. Mientras escapaba, lo persiguieron y le pegaron dos tiros. Pero los investigadores descubrieron que había “algo más”.
Según la Justicia, se trató de una emboscada planificada por un amigo de la víctima, que armó la operación de compra y “lo entregó” a los dos motochorros que acabaron con la vida de un padre de tres hijos.
El atroz crimen ocurrió en la ciudad de Tucumán el 28 de febrero de 2020. En ese momento, Rearte llegó junto a Daniel Alberto Salazar, un supuesto hombre de su confianza, a bordo de una camioneta Toyota Hilux hasta la esquina de la avenida Roca y Lincoln.
Allí había quedado para encontrarse con otro sujeto, el que debía venderle el vehículo. Rearte estaba empezando a incursionar en el negocio de la compra venta de autos y le llegó el comentario de un hombre que quería vender, a través de uno de sus amigos.
En ese momento, fueron al lugar del hecho y se encontraron con que el lugar estaba cerrado, que debían pasar más tarde. Mientras esperaban, a la víctima todo le empezó a cerrar menos. Fueron a tomar un café.
Cuando llegaron nuevamente al lugar, Rearte no quiso ni apagar el vehículo: veía movimientos raros. No estaba equivocado. En un momento, dos personas a bordo de una motocicleta negra lo abordaron para asaltarlo.
Rearte intentó darse a la fuga, pero los dos motochorros lo persiguieron unas diez cuadras hasta la avenida Independencia, Intentando salir de un embotellamiento, chocó con una camioneta Eco Sport. Los motochorros aprovecharon para acercarse, lo interceptaron y le dispararon a sangre fría. No se llevaron nada.
Le provocaron heridas en el brazo izquierdo, una debajo de la axila y otra en el codo. Se fueron inmediatamente. La víctima fue trasladada al hospital Padilla por su acompañante. Allí murió poco tiempo después.
Un amigo entregador
Desde la Fiscalía en Homicidios I, en aquel momento, se informó que una persona quedó detenida y durante todo el fin de semana se realizaron diferentes allanamientos para tratar de entender qué había pasado. Por la forma en que se había dado el crimen, la principal sospecha apuntaba a un entregador.
Tras el inicio de un juicio abreviado, Salazar, quien había acompañado a la víctima en la venta, declaró que él formó parte de la organización criminal que ejecutó el asalto, actuando en conjunto tanto con los estafadores como con los motochorros para robarle un botín de $500 mil pesos y el vehículo en el que se movilizaba.
Hoy, la familia de Rearte confirmó que fue una emboscada, que la venta de la camioneta nunca iba a realizarse.
“Él sabía que Salazar no era una buena persona”, se lamentó la familia. Si bien el autor intelectual confesó su culpa, la protesta de la familia pasa por el cambio en la carátula del caso, que pasó de ‘Homicidio agravado, con una pena máxima de prisión perpetua, a ‘robo seguido de homicidio, mucho más leve.
“Nos parece injusto. Una vida no vale doce años, mi cuñado era un excelente padre, no merecía morir así. Salazar ya tenía siete causas”, comentó Verónica, cuñada de la víctima, al sitio Los Primeros TV.
