Durante la tarde del sábado 23 de abril, Catamarca dio inicio a las fiestas en honor de la #VirgenDelValle, con la Solemne Bajada de la Sagrada Imagen desde el Camarín hasta el Paseo de la Fe.
Las festividades se enmarcan en el 131° aniversario de la Coronación Pontificia de la Pura y Limpia Concepción del Valle, y en el tiempo de preparación para vivir el Sínodo de la Sinodalidad, convocado por el Papa Francisco, y de la Asamblea Diocesana de este año.
La tradicional ceremonia fue presidida por el obispo diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien trasladó en brazos a la bendita Imagen, acompañado por sacerdotes del clero diocesano, hasta el atrio de la Catedral Basílica y Santuario mariano.
TEXTO COMPLETO DEL MENSAJE
Queridos Devotos y Peregrinos:
En el marco de la octava de Pascua, todos los años damos inicio a las honras que le debemos a la Virgen del Valle por medio de este solemne rito de bajar su sagrada imagen para homenajearla durante siete días como agradecimiento de su coronación pontificia.
Este año, en el que celebramos el centésimo trigésimo primero, lo haremos trabajando la dimensión sinodal de la Iglesia y preparando nuestra Asamblea Diocesana que tendrá lugar el uno de octubre venidero, Dios mediante.
Acabamos de escuchar la Palabra de Dios, tomada del libro de los Hechos de los Apóstoles 2,42-47, que nos describe los frutos que produce el creer en Jesús, resucitado de entre los muertos, luego de haber padecido la muerte en cruz.
En el v.44 se afirma que “todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común”, es decir, que creían y se amaban de verdad, y, además, “todos se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones” (v.42), es decir, celebraban la fe. Esto derivaba en que “eran queridos por todo el pueblo” (v.47).
Hermanos, esto es vivir con espíritu de sinodalidad. Alcanzar este ideal que vivieron los primeros cristianos es nuestro objetivo diocesano. Recemos durante este septenario para que no quede en un mero deseo, sino que se haga realidad lo que Jesús espera de su Iglesia de Catamarca, que ha confiado de un modo muy especial al amor y custodia maternal de la Santísima Virgen María, la Pura y Limpia Concepción.
Imitemos a aquellos hermanos de la primera hora de la fe que “íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón” (v.46). Sí, hermanos, espero verlos participar con devoción cada día del septenario en alguno de los diversos horarios, pero trayendo a otros para que la súplica sea fuerte ante el trono de nuestro Buen Padre Dios, y así nos dé las gracias que necesitamos para ser de verdad y para siempre una Iglesia sinodal, servicial y en salida, como nos lo pide el Papa Francisco.
Querida Madre del Valle, venimos, a pesar de nuestra indignidad e inconstancia, a honrarte y a suplicarte que nos enseñes el camino y nos muestres cómo alcanzar el objetivo que nos hemos propuesto de ser más sinodales en nuestro modo de pensar, dialogar, sentir y obrar. No permitas que perdamos el rumbo, ni que la ignorancia o la presunción nos lleve por falsos caminos. Alcánzanos del Espíritu Santo el don del discernimiento para que lo que decidamos no esté contaminado de prejuicios o falsos razonamientos. Condúcenos a la unidad inspirados en tu amor maternal, en tu ejemplo de fe, esperanza y amor y en tu fidelidad a la Voluntad de Dios. Amén.