Sin embargo, sólo 4 de cada 10 menores de 29 años admite que las respeta. El 68% de los encuestados dice estar dispuesto a aceptar medidas más restrictivas.

En plena segunda ola, la necesidad de preguntarse sobre el cumplimiento de las medidas de cuidado cambió con respecto a 2020. Interrogantes tales como ¿son conscientes los ciudadanos argentinos de los riesgos? y otras más complejas, que abordan la coyuntura, sobre si en circunstancias económicas difíciles es posible sostener esas conductas de cuidado, además de las reacciones ante posibles nuevas restricciones en el vencimiento del DNU vigente hasta este viernes 30, levantan nuevas consultas.

Así, la Fundación Ineco y el BID se propusieron analizar la predisposición de la sociedad argentina ante esta nueva crisis sanitaria. La encuesta, a nivel nacional, alcanzó a 2.909 personas.

Los principales resultados arrojaron que, si bien la mayoría de los participantes percibe un riesgo importante, hay grupos que perciben un riesgo menor y el comportamiento de esos grupos puede tener impacto significativo global.

En el caso de los más jóvenes, los mismos perciben adecuadamente el riesgo general (el contexto sanitario) pero se sienten menos amenazados en lo personal y esta diferencia puede impactar en sus conductas de cuidado. Según los datos, las conductas de cuidado se vuelven más laxas a medida que disminuye la edad.

Así, si bien la mayoría de los participantes percibe la situación sanitaria actual y futura -en los próximos 3 meses- como “riesgosa” o “muy riesgosa”. No obstante lo cual, la mayor parte de los participantes -el 80%- se percibe como “cumplidor” de las medidas de cuidado, aunqeu ese segmento disminuye a medida que baja el rango de edad: es sólo el 39% en menores de 29 años.

La percepción de riesgo personal se asocia a un mayor cumplimiento con las medidas de cuidado y son las variables más importantes para explicarlas. Los participantes que incumplen las medidas de cuidado perciben un riesgo menor y presentan más síntomas del ánimo.

Un 67% de los participantes se muestra dispuesto a la adopción de medidas más restrictivas frente al empeoramiento de la situación contextual, aunque con preferencia por medidas de intensidad intermedia. Sin sorprender, la orientación política es la variable que más influye en la aceptación o el rechazo de medidas restrictivas.

“Hasta tanto la vacunación no alcance niveles suficientes en la población, el avance del virus depende de las conductas de cuidado personal y de las medidas sanitarias gubernamentales. Ambas están atravesadas por el comportamiento, las percepciones y las creencias de las personas. Por ello, hacia fines de marzo nos propusimos estudiar cómo la población está preparada mentalmente para enfrentar esta segunda ola”, afirma Fernando Torrente, director del estudio.

En contraste con los niveles crecientes de contagio, los niveles altos de cumplimiento reportados plantean el interrogante sobre la exactitud de este registro. “Muchas veces, las personas tenemos apreciaciones demasiado benévolas sobre nuestras conductas. Este tipo de sesgo podría estar afectando las conductas de cuidado (creer que cumplimos más de lo que realmente cumplimos). También se pudo inferir que la percepción del riesgo es el factor más importante en relación a los cuidados. Cuanto mayor es el nivel de riesgo personal percibido, más se cuidan las personas”, agrega el informe.

Respecto a posibles nuevas restricciones, tal como vienen advirtiendo las autoridades, se observó que si bien la mayoría de las personas se siente preparada y dispuesta a aceptar nuevas medidas preferirían que éstas “no sean extremas”. La mayoría de las personas aceptan restricciones que no afecten la escolaridad y la actividad laboral.

El estado emocional de las personas parece ser menos negativo que un año atrás y no influye demasiado en la adopción de medidas de cuidado y en la aceptación de medidas restrictivas en general, aunque entre aquellos que menos se cuidan el ánimo es más negativo, pudiendo ser un factor que favorece el no cumplimiento en ese grupo.

Por último, en el estudio se probó la efectividad de diferentes mensajes para aumentar la aceptación de las medidas sanitarias. Se encontró que los mensajes que enfatizan el riesgo resultan más efectivos que aquellos que apelan a cuidar a los otros (mensaje altruista o prosocial).

“Comunicar mejor el riesgo, sobre todo a los grupos más jóvenes, agotados o refractarios, puede mejorar la adopción de conductas de cuidado. Como la orientación política influye en la aceptación de medidas restrictivas, resulta clave separar los mensajes sanitarios y sus motivaciones de la discusión política polarizada”, concluye el estudio.