El Ministerio de Desarrollo Social concurrió con la asistencia de su Dirección de Acción Social Directa a unas 15 familias damnificadas por el grave incendió que afectó las serranías del departamento Ancasti, entregando bidones de aguan chapas, paños de nylon y módulos alimentarios.
La recorrida de los funcionarios provinciales se extendió desde unos dos kilómetros al Norte de la Hostería de la Cuesta del Portezuelo a las cercanías de la Villa de Ancasti, hacia el sur, con desplazamientos hacia el Este, apuntando que “desde la cumbre a Los Pedraza, asistimos a vecinos de los puestos de los Lencina, Coronel, Castros, López, Los Arbolitos, Arévalo y Bella Vista, entre otros”.
“Han perdido todo”, enfatizó Laura Arrieta, Directora de Acción Social Directa comentando que “encontramos dos viviendas totalmente destruidas, al igual que galpones, corrales y otras instalaciones rurales en los distintos puestos que visitamos”.
“Y ni qué decir de la fauna autóctona…, los conejitos del cerro, las perdices, los zorros, zorrinos, las libres que se salvaron, deambulaban como desorientados, todavía sorprendidos por el espanto del fuego, el humo y el viento Zonda que padecieron durante la jornada del sábado, y siguió en parte del domingo”, detalló, señalando que “algunos focos permanecían activos en el sector de las antenas, donde las casillas quedaron en medio de la ceniza”.
“Nosotros llegamos con agua, alimentos, medicamentos, sobre todo para la vista y las vías respiratorias, nylon y chapas, pero lo que nos imploraban, hasta que nos volviéramos, son alimentos para sus animales. Los campos quedaron convertidos, literalmente en cenizas, así que ahora necesitan pasto (el rollos o fardos) y granos, para no perder los animales que se salvaron”, detalló.
Arrieta dijo que “si bien no hubo que realizar evacuaciones”, se registraron momentos verdaderamente dramáticos “como le tocó vivir a la familia Castro, casi llegando a Los Pedrazas, que pudo mantenerse a salvo dentro de los corrales”, indicando que “las principales afecciones se notaban en los ojos y la garganta de los pobladores que asistimos”.
Contó además que “con apoyo del SAME pudimos contener a una mujer gestante, que por su estado se encontraba muy nerviosa, y a un señor con ampollas en las manos después de la desesperada tarea que se impuso de salir a cortar los alambrados, para que los animales pudieras escapar de las llamas”, recalcó, advirtiendo que “ahora y por mucho tiempo más, hasta que se reparen los cercos, habrá que transitar con muchísimo cuidado por la zona, ya que la ruta y los caminos se han convertido en los sitios más seguros para los animales que tuvieron que abandonar los campos”.
