Lara Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdi (20) desaparecieron el viernes por la noche. Cinco días después, las encontraron descuartizadas y enterradas en el sur del Conurbano bonaerense. Se cree que todo sucedió bajo la orden de un líder narco llamado “Pequeño J”.
A una semana de la desaparición de Lara Gutiérrez (15), Brenda del Castillo (20) y Morena Verdi (20), las tres jóvenes de La Matanza encontradas descuartizadas en una vivienda de Villa Vatteone, en Florencio Varela, la Justicia comienza a desentrañar una historia vinculada al narcotráfico y la prostitución. Se investiga la posibilidad de que el crimen haya sido una trampa mortal orquestada por un líder narco, aún desconocido para las autoridades, y sus secuaces.
La cronología del caso comenzó el fin de semana pasado, cuando las tres chicas se preparaban para asistir a una fiesta en el Bajo Flores, en la Ciudad de Buenos Aires. Según la investigación, las víctimas solicitaron un auto por aplicación, pero finalmente decidieron esperar a que las pasaran a buscar. En una esquina cercana a la rotonda de La Tablada, subieron a una Chevrolet Tracker blanca, que las condujo hacia una casa en Villa Vatteone, a más de 30 kilómetros del lugar donde las vieron por última vez.
En un principio, las autoridades rastrearon el recorrido del vehículo, pero los teléfonos de las chicas fueron apagados poco después de la desaparición, lo que motivó una denuncia y el inicio de la causa judicial. Mientras tanto, familiares y amigos de las víctimas se movilizaban pidiendo su aparición.
El hallazgo de los cuerpos se concretó después de que un análisis de las señales celulares de Lara y las grabaciones de cámaras de seguridad permitieran rastrear la camioneta hasta una casa en Florencio Varela. Allí, dos jóvenes fueron sorprendidos mientras limpiaban el lugar con lavandina. Durante el allanamiento, se encontraron los restos de las chicas enterrados en el patio, lo que dio un giro macabro a la investigación.
Los primeros arrestados fueron Magalí Celeste González Guerrero (28) y Andrés Maximiliano Parra (18). En el transcurso de la investigación, se descubrió que ambos no actuaron solos, lo que llevó a la captura de Iara Daniela Ibarra (19) y Miguel Ángel Villanueva Silva (27), un peruano vinculado al narcotráfico, que también fue arrestado. Todos fueron imputados, y se les atribuyó la responsabilidad en el homicidio de las jóvenes bajo los cargos de asesinato calificado y violencia de género.
El nuevo fiscal a cargo de la causa, Andrés Arribas, de la UFI de Homicidios de La Matanza, amplió la acusación a los detenidos, señalando que se trató de un crimen premeditado y realizado por varias personas. También fue descartado el móvil del robo, considerando que las víctimas habrían sido torturadas antes de ser asesinadas. De hecho, los informes forenses detallaron el horror de las lesiones sufridas por las jóvenes, que fueron sometidas a una serie de torturas antes de ser asesinadas.
La investigación reveló una conexión con el narcotráfico, pues las víctimas podrían haber estado involucradas en el mundo de la prostitución en la zona del Bajo Flores. Además, fuentes cercanas a la investigación mencionaron que las torturas y asesinatos fueron transmitidos en redes sociales a través de una cuenta vinculada a un clan narco con pocos seguidores, pero todos relacionados con el crimen organizado. Se cree que el crimen fue una venganza por un robo de droga, y que el crimen buscaba enviar un mensaje dentro de la organización.
La hipótesis apunta a que el supuesto autor intelectual del crimen, conocido como “Pequeño J” o “Julito”, es un joven de nacionalidad peruana que tiene conexiones con bandas narcotraficantes que operan en la Villa 1-11-14. A pesar de las investigaciones, el paradero de “Pequeño J” sigue siendo desconocido, y las autoridades continúan la búsqueda de este presunto líder narco, que aún no tiene identidad confirmada dentro de los círculos delictivos conocidos por las fuerzas de seguridad.
Hasta el momento, la investigación sigue en curso, con la policía tratando de encontrar más pistas sobre los vínculos del narcotráfico en el crimen y con la esperanza de identificar a los responsables de tan brutal asesinato, mientras la comunidad aún trata de asimilar el macabro desenlace de las jóvenes de La Matanza.