Anoche, se conoció la penosa noticia del repentino deceso de la destacada actriz Blanca Gaete, de destacada trayectoria en el medio.
Quiso el destino que su ida de este mundo ocurriera en el Día Mundial del Teatro, porque su vida era sinónimo de teatro.
Blanquita, como la conocíamos, tuvo su paso por los más reconocidos escenarios del país, además, de haber prestigiado la docencia con su conocimiento.
Desde muy niña abrazó su pasión por el teatro, lo que con el paso de los años pudo convertir en su profesión tras estudiar en el Conservatorio de Artes Dramáticos, de donde egresó con el título de actriz nacional.
Recordaba con alegría los antiguos intercolegiales de teatro que de la mano del gran Horacio Monayar despertaba el interés de los estudiantes por el arte.
Más allá de las innumerables obras y papeles interpretados, sin lugar a dudas “Rosas de Sal”, le valió la admiración y el reconocimiento permanente del público, ese público que la acompañaba en cada reestreno de la magistral pieza de Jorge Paoloantonio.
Vivió entre homenajes y reconocimientos, todos merecidos.
Hoy, la cultura catamarqueña despide a una de las figuras más queridas, a la gran Blanca Gaete que emprende una gira eterna.